No es con pena. Es con amor. Es la mejor manera de vivir: intensamente. Pero con empatía y mirando al mundo dispuesta a hacer tu parte.
Esta Semana Santa de tiempo gris y menos vacacional para mí, he estado más reflexiva y he podido participar en tradiciones y procesiones. Me preguntaba cómo nos afecta en la vida la religiosidad natural que llevamos en el adn de nuestra cultura y cuál es su influencia en esta parte indivisible del ser, que es el espíritu.
Parece que hoy no hablo de salud, pero sí que voy a hacerlo.
La OMS define salud como el estado de completo bienestar, no solo físico sino también psicológico, social y espiritual.
La espiritualidad es característica de la persona, y puede incluir o no la creencia en un dios, y se muestra en la búsqueda de respuestas sobre la trascendencia, el significado de la vida, el mundo y la relación con los demás. Está cada vez más presente en forma de desarrollo personal y sus diferentes herramientas están en auge como el mindfulness, los retiros espirituales, ciertas prácticas de yoga meditativo, con el objeto de lograr no solo sobrevivir, sino vivir con el mejor estado físico, mental y relacional posible.
Y la religiosidad incluye unas creencias, una doctrina compartida en comunidad con unos signos y ritos y prácticas sagradas basadas en la fe en la ley divina, la vida eterna…
Las ciencias de la salud estudian cada vez más la influencia de la espiritualidad en la salud. La neurociencia investiga el efecto biológico y mental de las prácticas contemplativas, la meditación, el silencio mental, la oración, el perdón, la comunidad, concluyendo que la espiritualidad aporta beneficios en salud física cardiovascular, inmunológica, mental, menor depresión y suicidio, explicado también por los hábitos de vida ordenados, conscientes, la capacidad de control y para reconducir los envites de la vida, mejor afrontamiento ante el dolor y sobre todo ante la dureza de la enfermedad grave y en el final de la vida. Por contra, reseñar también la alerta ante ciertas conductas religiosas obsesivas que llevadas al extremo conducen a neurosis y otros trastornos.
Somos únicos. Un papel en blanco que nace en una familia concreta con una cultura que nos impregna. Para configurar nuestro yo, contamos con nuestro ser espiritual y con la libertad para lograr esa armonía que nos humaniza y nos endiosa a la vez.
Los valores y creencias dan forma a las experiencias vitales que van conformando nuestra vida y nos conducen, no siempre de manera lineal, hacia la autorrealización que Maslow describe en su pirámide de necesidades humanas, en el nivel más alto de desarrollo. Cada uno debe definir su aspiración, pero donde sientas calma y plenitud, ahí es.
Cuida tu cuerpo, tu mente, tu entorno, y tu espíritu.