Se puede remontar los años que quiera, que Andrea Revilla no recuerda su primer contacto con el fútbol sala. El balón la lleva acompañando toda la vida. «Juego al fútbol desde que tengo uso de razón», afirma la actual jugadora del Vadillos, que primero menciona a su hermano mayor, Víctor, como descubridor del deporte que lleva practicando tantos años. Después recuerda su etapa en las competiciones escolares, con el Juan de Vallejo toda la Educación Primaria y con el Pintor Luis Sáez en Educación Secundaria. Eso sí, en ninguno de esos años, ni tampoco en los siguientes, ya en competiciones federadas, tuvo que salirse de su zona de confort, de la posición de cierre en la que había jugado cientos y cientos de partidos y en la que había aprendido los conceptos defensivos básicos. Ahora lo ha tenido que hacer y no de cualquier manera. El cambio ha sido radical porque se ha visto obligada a situarse entre los palos.
«De pequeña nunca fui portera porque como siempre jugaba con gente mayor... no era muy buena idea», confiesa entre risas. «He jugado toda mi vida de cierre, pero la temporada pasada, como no había una portera en la plantilla, me he reubicado. Y el cambio me ha gustado», añade Andrea Revilla, que fue la primera señalada en el vestuario del Vadillos cuando la necesidad apremió. Ella no encaró esta situación como un problema y sí como una oportunidad de competir en la Tercera Regional.
Sí que recuerda un precedente en el que tuvo que actuar como guardameta. Fue en el Trofeo La Amistad, que hace años compaginó con el Trofeo de la Hermandad de Peñas e incluso con el fútbol federado, que prioriza en estos momentos. «Un año, en el Trofeo La Amistad, se lesionó la portera y me puse yo. Esta vez de nuevo había una necesidad y me tocó. Empecé a entrenar en esa posición y la verdad es que me gustó mucho. Prefiero ser jugadora de campo, jugar como cierre porque llevo toda la vida haciéndolo, pero tengo que admitir que me está gustando cada vez más parar balones. Además, hay pocas porteras, o sea que es una oportunidad», remarca la jugadora burgalesa, que a sus 25 años es una de las veteranas del equipo, al que llegó procedente del extinto Bupolsa, en el que estuvo tres campañas junto a algunas de las jugadoras que siguen siendo sus compañeras en cada pabellón, como Alaitz Rodríguez.
Con ella ha viajado a Valladolid, León, Salamanca, Zamora, Segovia o Ávila para competir y lo seguirá haciendo, aunque dependiendo de la necesidad lo hará en una posición u otra. «Este verano vamos a intentar fichar a una portera», concluye, aunque «tendría problema cero» en seguir siendo la responsable de la portería.