En su día se vendió como un gran logro asistencial de cara a favorecer el mantenimiento de los vecinos más mayores válidos en su entorno en unas condiciones dignas, pero no alcanzará la ‘mayoría de edad’. La minirresidencia de tercera edad que desde hace unos 17 años venía funcionando en Castrillo de la Vega echó ayer la persiana y no volverá a abrir sus puertas fruto de la presión normativa.
Promovido en una parcela municipal por el Patronato de la Tercera Edad Las Bodegas, una entidad de gestión pública dependiente del Consistorio y que preside el alcalde, Juan José Gutiérrez, el centro surgió en una época en la que la legislación era mucho más laxa ya que la Administración apostaba por pequeñas residencias y viviendas tuteladas para mantener a los mayores en sus pueblos.
Un modelo en el que no cree la actual administración, que para las personas válidas apuesta más por soluciones como la ayuda a domicilio o la teleasistencia, reservando las residencias para los no válidos, con unas exigencias dotacionales y de personal inasumibles por centros con plazas reducidas.
Es el caso de Castrillo, donde con tan solo ocho plazas y tres personas contratadas para asistencia no sería rentable aumentar la plantilla en los términos que requiere la Junta de Castilla y León. Una situación que se ya se evidenció a finales de los años 90, planteándose la posibilidad de ampliar la residencia, aunque finalmente se descartó y el resto del edificio se habilitó como centro social y guardería.
«Ha sido porque la nueva legislación es muy difícil de cumplir. Tener más personal. Si para ocho personas teníamos tres, qué vamos a poner más personal. Era inviable con los requisitos que plantean», explica el regidor.
Gutiérrez reconoce que ciertos problemas de convivencia entre algunos de los residentes han sido el detonante que ha desembocado en el cierre. «No la íbamos a cerrar pero después hemos decidido que sí. La Junta nos pone cada vez más trabas. Nos decían que se tenía que hacer así, que estábamos fuera de la ley... Y un buen día se engancharon dos de los usuarios, se pegaron una buena paliza, y dijimos: Hasta aquí hemos llegado», justifica.