Clases de español y optimismo

M.S.B. / Burgos
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De Gamonal del 72, el docente burgalés José Luis Juarros Castro es también concejal de Staplehurst, el pueblo donde vive. Lleva 22 años en Inglaterra, pero no olvida su estancia en Armenia

José Luis Juarros (i.) en una manifestación contra el Brexit en Londres. - Foto: J.L.J.C.

José Luis Juarros Castro es un culo inquieto. En el mejor sentido de la expresión. Este profesor burgalés, nacido hace 52 años en el Hospital San Juan de Dios y criado en Gamonal, proactivo, comprometido y viajero, reside desde hace 22 años en Inglaterra. También lo hizo un año en Irlanda de Erasmus («gracias a la grandísima Inés Praga -profesora universitaria en Burgos-, una persona erudita y enamorada de ese país y que siempre se portó fenomenal conmigo», recuerda). Licenciado en Filología Inglesa, y casi en Filología Española («creo que me quedaron una o dos asignaturas», dice), hizo el Curso de Adaptación Pedagógica en Georgia, Estados Unidos.

Con una beca de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo llegó a Armenia (pequeño país al este de Turquía): «Tres años que son y serán inolvidables por la época, las personas y la cultura que conocí. Nunca se me ha ido del corazón, ni el idioma armenio de la cabeza. Quiero visitar Sudamérica, África y Asia. Y, sobre todo, quiero volver a Armenia. Y a medio plazo, jubilado, regresar a España y quizá comprarme una campervan (furgoneta caravana) para dormir cada fin de semana con un paisaje de fondo diferente», reflexiona.

José Luis Juarros fue al Colegio Nuestra Señora de la Asunción (hoy Santa María La Nueva y San José Artesano). Al instituto, al Félix Rodríguez de la Fuente, donde compartió pupitre, entre otros, con el escritor Óscar Esquivias, el exconcejal de Burgos Vicente Marañón y el actual CEO de Campofrío en España, Javier Dueñas.

De raíces maternas en Pradoluengo y paternas en Covarrubias y Salas, este europeísta convencido da clases de español y dirige en la actualidad el Departamento de Lenguas Modernas en un instituto del suroeste de Londres, cerca de Wimbledon, pero vive a una hora de allí, en el Condado de Kent. Concretamente, en una casita con jardín y viñas -el año pasado hizo 5 botellas de blanco y aspira a llegar a 25- en Staplehurst, de donde es concejal desde hace 5 años.

Aficionado al fútbol y al ciclismo, tiene tres hijos y quiere hacer vino con las viñas de su jardín 


Casado y con tres hijos de edad universitaria, se reconoce futbolero y aficionado al ciclismo en carretera, así como avanzado en asuntos tecnológicos. Los veranos, en Navidad y en Semana Santa regresa a Burgos para reencontrarse con la familia, los amigos y el pasado. Admirar los monumentos de la ciudad y subir en familia al Mencilla suelen ser actividades recurrentes, «y estuve el año pasado en la comida de los indianos de Pradoluengo. Fue muy bonito, con la familia junta. Cuando estoy en Burgos se me ponen los ojos como platos. A mí me parece que la calidad de vida es superior a la del Reino Unido», apunta.

Y puestos a mirar por el retrovisor, se acuerda mucho de Gamonal: de las bravas del Tirol, los partidillos en la Plaza de Roma y en Lavaderos, las horas en la Casa de Cultura... Y de los fines de semana de marcha por el centro de la ciudad: «Empezábamos por El que faltaba, arriba de Fernán González, y terminábamos por La Ruina. Buen nombre. Los atascos que se montaban para ir de pub en pub ya no existen», constata. No se olvida este fan de Joaquín Sabina y de Bob Dylan del Real Burgos y de las tardes y noches congeladoras en El Plantío.

Con los recuerdos fresquitos y al calor de sus evocaciones, José Luis Juarros disfruta de la enseñanza, de la vida, de tener todas las jornadas muy ocupadas y de todo lo que le espera en los próximos días y años. Muchos objetivos despiertos. El principal, vivir y ayudar a ello a los demás.

Por encima

«El pueblo donde vivo y del que soy concejal desde hace 5 años se llama Staplehurst. Tiene 7.000 habitantes y está en una zona rural de Kent. Muy verde, con bastantes granjas y campos de cultivo. Carreteras rurales muy estrechas y demasiado bacheadas. Los paisajes son muy bonitos. Es una pequeña ciudad dormitorio. Tiene el defecto de que está directamente comunicado con Londres por tren. Con los precios de la vivienda allí, hay muchos residentes que trabajan en Londres (como yo). Muchos de ellos no se integran en la vida del pueblo, sino que viven de espaldas a él. Eso nos supone un problema bastante serio en el ayuntamiento porque es muy difícil organizar actos debido a la baja colaboración. Es un pueblo más grande que Briviesca, pero solo hay un pub».

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