La maraña de parques eólicos y fotovoltaicos que rodean -y rodearán en el futuro- a Buniel, además de reportarle suculentos ingresos por los aerogeneradores o placas instaladas en su término, empiezan a generar otro tipo de beneficios. El Ayuntamiento lleva atendidas numerosas muestras de interés en los últimos meses de compañías que buscan suelo en el que desarrollar proyectos industriales a todas las escalas. Empresas de producción de hidrógeno verde, de metano, de abonos, de fertilizantes o centros de procesamiento de datos son algunas de las que han llamado a la puerta del Consistorio para sondear la posibilidad de instalarse.
El alcalde, Jesús Díez, remite a todas ellas al sector S-6, conocido como Rodevega, y que se encuentra sin desarrollar. Ubicado al otro lado de la A-62 y de la línea de ferrocarril Madrid-Hendaya, junto a la depuradora, consta de 252.988 metros cuadrados de los cuales se pueden ocupar la mitad para uso terciario, de servicios o industrial.
«Por cercanía a la vía, a una fuente de agua (río Arlanzón) y a la generación de electricidad, es un enclave perfecto», reconoce el regidor, que transmite que las sociedades que acuden al Ayuntamiento para plantear proyectos de energías renovables buscan, además de evacuar la producción hasta las subestaciones, gastarla en la generación de todo tipo de recursos. «Son inversiones muy muy importantes», reconoce Díez.
En estos momentos el terreno previsto para montar un polígono industrial son fincas agrícolas en las que empieza a brotar el trigo o la cebada, aunque las normas urbanísticas de Buniel dejan la posibilidad de desarrollar ese suelo para que, a futuro, puedan llegar todo tipo de compañías. «No tenemos capacidad económica de poner en marcha un proyecto de estas características», reconoce el alcalde, que no obstante se muestra abierto a poner «todas las facilidades del mundo» para ayudar a cualquier promotor con ganas de transformar este sector. Alguno de los planteamientos que se le han puesto sobre la mesa, como una planta de producción de hidrógeno verde, necesitaría un buen pellizco de metros cuadrados, según le han transmitido a Jesús Díez. «La clave está en que se puedan combinar», apunta.
No obstante, otros más 'humildes' como los de centros de procesamiento de datos requerirían una inversión económica y una disponibilidad de terreno mucho menor. «Tienen un consumo eléctrico bárbaro», admite por otro lado el alcalde. En las últimas semanas, la oleada de peticiones y muestras de interés no ha dejado de sucederse e incluso aumentado, lo que confiere esperanzas al regidor. «Lo veo probable, aunque no seguro», confiesa.
La proximidad al concurso y las adjudicaciones de la evacuación de la energía que se genera en los proyectos eólicos y fotovoltaicos que se proyectan en sus alrededores provoca que buena parte de los promotores de estas inversiones sean los mismos que levantan molinos o ponen placas.
Capital de toda clase. Las compañías que han visto en Buniel el emplazamiento idóneo para invertir su dinero y aprovechar la ingente producción de los parques eólicos y fotovoltaicos previstas, el ferrocarril y el agua que lleva el Arlanzón, quieren replicar en esta localidad del Alfoz de la capital un modelo que ya llevan a cabo en otros puntos del país.
Por ejemplo, la ingeniería española RIC Energy, una de las que puja por construir un complejo eólico junto a la fallida urbanización Soto del Real, quiere poner en marcha en Puertollano (Ciudad Real) un proyecto de hidrógeno verde de 200 MW junto a la refinería de Repsol. Capital Energy, que promueve un megaparque solar con casi 60.000 placas apenas un par de kilómetros más al este, cuenta con proyectos de hidrogeno verde, de producción de abonos y fertilizantes y de gestión de datos. Estos últimos conllevarán una inversión de 3.000 millones enCastilla-La Mancha, la generación de 3.800 empleos y la ocupación de 200.000 metros cuadrados en los municipios de Recas, (Toledo) y Torija (Guadalajara).