Sobra decir que cuando un pueblo o ciudad está inmersa en sus fiestas patronales, reina el ambiente de alegría y concordia entre sus habitantes y atrae a los visitantes que acuden en masa a disfrutar del ambiente y la oferta cultural y festiva, no sin poco esfuerzo, las autoridades municipales. Pero no todo es disfrute y, sobre todo, no para todos. La imagen de las calles vacías de cada mañana de fiesta no es accesible a toda la población, algunos trasnochadores, servicios de emergencia, unos pocos madrugadores y los nunca suficientemente valorados ni reconocidos trabajadores del servicio de recogida de basura. Ellos tienen una visión bastante diferente de la diversión de cada día y cada noche.
En Castilla y León se generan más de un millón de toneladas de residuos domésticos al año. Los datos disponibles vienen de dos fuentes, el Instituto nacional de Estadística y del Ministerio de Medio Ambiente y Transición Ecológica, los más actuales son de 2021. Es lo que hay. Las toneladas de basura generadas son de los pocos índices que son exactamente coincidentes de forma proporcional con la población de cada comunidad autónoma. Al final, la cantidad de mierda que generamos nos hace verdaderamente iguales a todos los españoles sin ninguna distinción. La basura se convierte en un verdadero indicador y espejo social.
Son precisamente las fiestas las que tienen una incidencia relevante en el incremento de las toneladas de residuos que generamos. Esto lo conocen muy bien todas las empresas que se dedican a recoger los restos de nuestra diversión, y sobre todo los trabajadores que hacen este servicio en los centros de tratamiento de residuos. Desde aquí, mi humilde reconocimiento a todos esos hombres y mujeres que trabajan en los servicios de recogida y gestión de residuos. Si usted también quiere hacerles su pequeño homenaje, no olvide que siempre puede reutilizar ese vaso de plástico que consume 10 veces cada noche.