Durante mi etapa escolar se consideraban 3 asignaturas 'marías' frente a otras más potentes, con mayor grado de exigencia y en las que nos instruían con mayor ímpetu. Esas asignaturas eran la gimnasia, posteriormente denominada educación física, el idioma, al que se le dedicaba escasas horas de docencia, y la religión, que con los cambios sociales posteriores, fue optativa frente a otra con contenidos y objetivos desconocidos, y que se denominaba ética.
El tiempo posiciona los elementos, y esas asignaturas han adquirido la importancia que merecen en la formación académica de los centros educativos, al ser fundamentales para el desarrollo físico y mental, y para las relaciones personales y profesionales.
La ética, filosofía de la moral, que debería dirigir nuestra vida, se denomina bioética en su aplicación en el área de las ciencias y la salud, y adquiere progresivamente mayor relevancia en la formación universitaria. Mi homenaje como maestro en esta ciencia y referente mundial al Dr. Diego Gracia, recién nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Burgos, apadrinado por nuestro compañero, vinculado al Comité de Ética Asistencial de Burgos, el Dr. Javier Jiménez.
La bioética dirige nuestra profesión médica, ya que en el establecimiento de la relación médico-paciente pueden surgir conflictos en torno a la práctica médica y a los derechos fundamentales, tanto de los profesionales sanitarios como de los usuarios de los sistemas de salud. El debate surge porque los derechos fundamentales deben ser aceptados por ambas partes, y se debe actuar con rigor para que la respuesta profesional sea adecuada, basada en el respeto a los valores humanos, tan esenciales como la adecuada praxis médica.
La legislación establece sus normas para que los derechos de los usuarios y los profesionales no se vulneren, actualizando leyes en función de los avances sociosanitarios.
Los mayores dilemas éticos tienen una importante relación con la vida y la muerte, la objeción de conciencia, la libertad religiosa… El derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, o la prestación de la ayuda para morir, amparadas por la ley, confrontan con la objeción de conciencia de los profesionales sanitarios, por motivos éticos o religiosos, debido a que la libertad religiosa también se considera un derecho fundamental.
La bioética también protege la confidencialidad, la justicia, el deber, el derecho, la intimidad o la dignidad, y limita la práctica profesional, las técnicas de reproducción asistida, la donación de órganos o células, los estudios genéticos, los cuidados paliativos o el esfuerzo terapéutico al final de la vida.
Los estudios de investigación, están estrictamente regulados y amparados por los Comités de Ética de Investigación para proteger ante todo la salud de los que participan en los mismos.
En definitiva, la bioética se encarga de velar por la protección integral del ser humano.
Los 4 principios básicos de la bioética: autonomía, beneficencia, justicia y no maleficencia, deben ser comprendidos tanto por profesionales sanitarios como por usuarios, para generar una relación basada en el respeto mutuo, y como expresó el Dr. Gracia, es fundamental promover una educación en valores. Sólo así podremos seguir avanzando como sociedad.