En los pocos días que Cristina Ayala lleva al frente del Ayuntamiento de Burgos ya sabemos, entre otras cosas, que el próximo año se utilizará una plataforma fija para el disparo del cohete anunciador de las fiestas (¿y cascos protectores para los periodistas gráficos?) y que, en materia de banderas, solo ondearán las justas. También hemos conocido su clara apuesta por crear un gran recinto ferial, ExpoBurgos, en Villalonquéjar, y su decisión de guardar en el cajón antes de que termine en la papelera el Burgos Río, el proyecto 'faraónico' presupuestado en 14 millones de euros que impulsó Ciudadanos cuando formaba parte del anterior gobierno municipal para la transformación del entorno del Arlanzón. Una iniciativa que está en fase de selección de propuestas, por las que habrá que pagar más de 300.000 euros con fondos europeos.
No es la primera ocasión en la que, al margen de colores políticos, los nuevos regidores aparcan iniciativas puestas en marcha por los anteriores, con el consiguiente dinero esfumado en el pago de premios o por los encargos de proyectos técnicos iniciales.
Hace 30 años, el alcalde Valentín Niño desechó la idea de su antecesor en el cargo, José María Peña, que quería destinar a oficinas municipales el Teatro Principal, y encargó al arquitecto Peridis rehabilitar el edificio isabelino para usos culturales. También decidió parar el proyecto gestado en el anterior mandato, del que también formaba parte, para construir un auditorio en el paseo de La Quinta que había sido adjudicado al arquitecto Javier Carvajal Ferrer. En lugar de La Quinta, eligió el Hospital de la Concepción y sus huertas, y encargó a Peridis un estudio básico para convertirlo en palacio de congresos, auditorio y hotel de 120 habitaciones.
Sin cambiar de idea y ubicación, optó después por convocar un concurso de ideas que ganó el arquitecto Mario Corea junto al encargo del correspondiente proyecto. Tras su llegada a la alcaldía, el socialista Ángel Olivares pidió a Corea que lo adaptara para hacerlo en el solar de Caballería, y meses después volvió a cambiar de criterio con otro concurso restringido entre grandes estudios de arquitectura para construir allí un museo sobre evolución humana con auditorio, palacio de congresos y centro de investigación. El arquitecto Navarro Baldeweg finalmente terminó diseñando tres edificios separados, de los que el Fórum Evolución fue el último en ser inaugurado en 2012. La papelera de reciclaje del Ayuntamiento está llena de ideas y proyectos inacabados.