Entendemos como TALENTO a aquellas personas con niveles educativos superiores sobre los que recae la capacidad (y responsabilidad) de impulsar las principales vías de crecimiento de la economía actual, que no son otras que el conocimiento y la innovación. Y se escucha machaconamente que tanto las empresas como los territorios intentan atraer y retener a estas personas para incrementar su competitividad. Si bien es difícil encontrar información rigurosa sobre las variables que influyen en que el TALENTO se mantenga o se mude de territorio y, sobre esta información, poder elaborar planes efectivos.
Recientemente la Fundación Cotec ha publicado su mapa del talento en España 2023 el cual recoge datos muy interesantes a la hora de conocer cómo se comportan los flujos de personas formadas en nuestro país, así como las principales variables que lo justifican. Además, incluye una interesante comparativa con Alemania, tercer país receptor de la emigración española.
Como punto de partida es relevante conocer que España recibe más población de la que exporta ya que en 2021 (último año con datos cerrados) recibimos más de 528.000 personas mientras que 380.000 salieron al extranjero. Si bien, el origen de los flujos de entrada es muy distinto a los de salida. Los principales destinos de españoles fueron el Reino Unido (27,6%), Francia (12,7%), Alemania (8,1%) y EEUU (7,1%), de forma que entre el Reino Unido y los 27 países de la Unión Europea reciben casi el 60% de nuestros emigrantes. Por el contrario, las zonas de origen de los inmigrantes que llegan a España son Marruecos (12,9%), Colombia (8,6%), Reino Unido (6,1%) y Argentina (5,8%), siendo Sudamérica la principal zona de procedencia con casi uno de cada tres de los mismos.
Si centramos un poco más el foco de estos flujos observamos que de los emigrantes, más de la mitad (53,4%) tenían una alta o muy alta cualificación profesional mientras que de los inmigrantes solo un 15% cumplía con esa condición, siendo la gran mayoría de la inmigración (85%) personas destinadas a desarrollar ocupaciones manuales o elementales. Y con una mirada territorial vemos cómo más de la mitad (60%) de los emigrantes de Asturias, Madrid, Castilla y León y Extremadura tenían estudios superiores cuando la media del país se sitúa en el 52,7%. Por el contrario, únicamente el 26% de los inmigrantes que llegaron a España tenían estos estudios superiores cifra que en el caso de Castilla y León se queda en un 22%.
Por tanto, la afirmación de que estamos formando personas cualificadas para que muchas de ellas emigren no sólo a otras zonas del país sino también al extranjero, mientras que nuestra inmigración tiene niveles educativos bajos o muy bajos, es totalmente correcta y nos supone una pérdida enorme de competitividad y potencial de crecimiento de nuestra economía.
¿Pero, por qué se produce esta situación? En el citado mapa la Fundación Cotec elabora un índice con 59 indicadores que evalúan la capacidad de un territorio para atraer y retener TALENTO y que permiten realizar comparaciones entre comunidades autónomas. Y las conclusiones de este índice es que existen en España tres zonas bien diferenciadas. La zona más atractiva incluye a la Comunidad de Madrid junto con el nordeste peninsular (algo que podríamos esperar del País Vasco y Navarra pero que llama la atención por las mas que aceptables cifras de Aragón). Una zona intermedia que incluye el noroeste peninsular (con CyL), Islas Baleares y Comunidad Valenciana y una zona con peores resultados que se encuentra en el centro sur peninsular y las Islas Canarias.
Si nos atenemos a los resultados de Castilla y León y su comparativa con la media nacional observamos como contamos con importantes fortalezas tales como la estabilidad política y ausencia de violencia, el precio de la vivienda, los conocimientos en lectura, matemáticas y ciencias, el gasto público en salud, la reducida polución ambiental, las energías renovables o el tiempo invertido en acudir al trabajo. Por el contrario, existe un amplio margen de mejora en aspectos muy relevantes tales como la utilización de la tecnología, la falta de infraestructuras de tecnologías de la información, la formación de los gestores empresariales, el teletrabajo, la presencia de empresas extranjeras, las oportunidades de liderazgo de las mujeres, las personas con cualificación de nivel medio o la inversión en innovación.
Por tanto, la capacidad de Castilla y León para atraer y retener TALENTO y con ello conseguir desarrollar una economía basada en el conocimiento de forma más rápida que otras regiones se debería centrar en potenciar sus principales fortalezas como son un excelente nivel educativo a nivel de secundaria, una economía basada en la sostenibilidad y en las energías renovables, altos niveles de servicios sanitarios y una amplia oferta de vivienda asequible.
Pero también debería poner el foco en reducir la brecha con otros territorios en aspectos tan relevantes como la atracción desde el extranjero de empresas y personal cualificado, potenciar el empleo joven, impulsar la inversión en I+D pública y privada e incrementar las capacidades tecnológicas de una población cada vez más envejecida. Y un aspecto en el que se debería realizar un especial énfasis es la adecuación entre la formación y las necesidades de las empresas impulsando la relación universidad-entorno empresarial y potenciando ya de una vez por todas el valor que la formación profesional debe tener en nuestra sociedad.