Parece ser que, a pesar de la pandemia, las españolas seguimos teniendo la mayor esperanza de vida de la OCDE, 85 años, y figuramos entre las primeras a nivel mundial. Un colectivo que abarca desde los 65 años hasta los 100 ( solo en Burgos hay 145 personas centenarias, un 80% mujeres) con perfiles muy diferentes. Y no solo hemos conquistado la longevidad sino también una vida activa y propia, siempre que acompañen la salud y unas condiciones de vida dignas. Toda una revolución, porque recordarán a nuestras abuelas vestidas de negro y metidas en casa en cuanto cumplían los 40. Cabe preguntarse qué ventajas nos ha reportado vivir en España para lograrlo.
Por ejemplo, las mujeres mayores no han abandonado la famosa dieta mediterránea, hoy olvidada por el ritmo de vida, y siguen costumbres y recetarios muy saludables. Fíjense en ellas en cualquier cola del mercado, donde son legión, eligiendo su compra con esmero. Y han disfrutado de una excelente Sanidad Pública, hoy tan maltratada por los recortes y las políticas de privatización. Llevan décadas acudiendo puntualmente a controles y consultas periódicas y tomando habitualmente su medicación. Las mujeres cuidamos mucho la salud. ¿Les suena eso de mujer enferma, mujer eterna?
Una gran mayoría han dedicado un tiempo abundante y generoso al cuidado, ya sea de los padres, hijos, parientes o amigos, algo que en su día quizá les privó de otras opciones o les dificultó la conciliación. Pero de ese anclaje familiar y social, tan importante en España, han extraído una gran fortaleza que ahora aplican a su propia vida, sobre todo si viven solas. Qué bien gestionan estas mujeres su experiencia, sus recursos, su tiempo y su afectividad, dueñas de su soledad, si llega el caso, pero habituadas a compartir las penas y alegrías propias y ajenas.
Hay en estas edades un claro sentimiento de libertad tras el deber cumplido. Las leyes nos han facilitado la vida y gozamos de autoestima, sin ese estúpido afán de recibir la aprobación ajena. Disfrutamos de lo cotidiano, somos presumidas, hacemos ejercicio, viajamos y ayudamos a los nuestros. Y siempre tenemos la calle, que en España es muy segura y muy útil para encontrarse con gente; pese a todo, hay casos de gran soledad que esta columna no ignora ni olvida.
Queridas compañeras, nunca hubo en la historia un momento tan propicio para añadir años a la vida y vida a los años. Aprovechadlo.