Un equipo para el cáncer de mama

GADEA G. UBIERNA / Burgos
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Cada tumor detectado en el HUBU se analiza por un comité multidisciplinar que acuerda el tratamiento para mejorar el pronóstico. En 2023 vieron 235 nuevos casos, dos de ellos en hombres

Parte del comité de mama del HUBU, que ayer no pudo reunirse al completo para esta imagen. - Foto: Valdivielso

Cada lunes por la mañana se sientan alrededor de una mesa del HUBU médicos de Anatomía Patológica, Radiodiagnóstico, Medicina Nuclear, Ginecología, Cirugía Plástica, Oncología médica, Oncología radioterápica y, en ocasiones, también de Rehabilitación. Junto a ellos suele haber enfermeras de Ginecología. Y, entre todos, analizan cada nuevo diagnóstico de cáncer de mama efectuado en el hospital: observan todas las pruebas de imagen (mamografías, ecografías y, según el caso, también fotografías) y estudian toda la información relativa al tejido tumoral. «Se trata de completar el estudio y caracterizar», explica la oncóloga médica Blanca Hernando, integrante del comité de mama del HUBU y en este reportaje también portavoz del grupo, antes de subrayar que «se ha demostrado que la presentación prospectiva de los casos aumenta la supervivencia, porque se elige la mejor terapia para cada paciente. O sea, el comité es fundamental para una asistencia de calidad».

Este equipo médico, el comité de mama, es el más antiguo de todos cuantos ha conformado el hospital. Se creó a mediados de los años noventa (1994/1995) y ha mantenido la misma dinámica, aunque con cambios en la forma de trabajo. «La reunión siempre ha sido semanal, pero yo recuerdo que antes incluso acudía la paciente y entre todos veíamos todo. Ahora no, ahora llevamos las fotos y la paciente 'está' allí, pero de una forma menos traumática», apunta Hernando.

El objetivo del comité es, por tanto, el mismo desde su fundación, pero el tratamiento de las tumoraciones malignas en el pecho ahora no tiene nada que ver con el de mediados de los años noventa. Hay mucho más conocimiento científico acerca de las características de cada cáncer y, también, tratamientos dirigidos a esas peculiaridades. Hernando explica en este sentido que «es muy importante caracterizar el fenotipo al que corresponde cada tumor, porque en función de esa información es más frecuente que ofrezcamos la adyuvancia». Es decir, una opción terapéutica antes de la operación en la que se quita el tumor.

La incidencia en menores de 45 años es más baja en Burgos que en los estudios poblacionales»

Y, una vez finalizada esta fase o, en el caso de que lo primero sea la cirugía, una vez hecha la intervención, el caso de esa paciente vuelve a examinarse en el comité. «Se valora la respuesta y se discute si hay que ampliar el estudio o si la cirugía garantiza los márgenes o hay que completarla», cuenta Hernando, destacando que si hubiera una recaída, se haría lo mismo. «Se vuelve a evaluar para considerar si tiene opción quirúrgica, tratamiento local o tratamiento sistémico porque no hay oportunidad de cirugía», añade, puntualizando que «el paciente se lleva como un continuo, siempre que el caso implique a más de una especialidad».

Este equipo estudió el año pasado 235 casos nuevos, de los cuales dos concernían a hombres (el 1% de los diagnósticos se produce en varones) y otros doce eran cánceres bilaterales (en las dos mamas a la vez). «Los datos del 2024 no los tenemos todavía, pero si comparamos con los del 2021, no observamos diferencias por grupos de edad», comenta la oncóloga, aclarando que la mayoría de los cánceres siguen diagnosticándose en mujeres de entre 45 y 69 años (el 54%), mientras que en mayores de 69 años se confirman el 34% de los cánceres y, en menores de 45 años, el 12%. La oncóloga destaca este último porcentaje, el de incidencia en menores de 45 años, porque «es un dato mejor que el de los estudios poblacionales, donde vemos que hay hasta un 25% de pacientes menores de 45 años». Esto, subraya Hernando, quiere decir que «la incidencia del cáncer de mama en pacientes jóvenes es más baja en nuestro medio». Y, según la especialista, no más elevada que años previos.

Insistimos en la importancia de la autoexploración y del cribado porque facilita el diagnóstico precoz»

Otro aspecto positivo es que la supervivencia un lustro después del diagnóstico ronda «el 75%». Es un porcentaje creciente y en el que Hernando se detiene para destacar la importancia de la prevención. «No dejaremos de insistir en la relevancia de la autoexploración y de responder a la llamada al cribado [de la Consejería de Sanidad], que desde este mes se ha extendido y ya abarca una horquilla desde 45 a 74 años», recuerda Hernando, insistiendo en que «tenemos que seguir con el cribado porque es lo que ha demostrado que facilita el diagnóstico en fase precoz».

A esto añade la oncóloga que los tumores en el pecho son los «más diagnosticados en el mundo» y «los que más muertes producen en la mujer en España». Sin embargo, la incidencia en nuestro país es «de las más bajas, por detrás de Alemania, Reino Unido, Irlanda o Dinamarca».