Los hechos ocurrieron entre los años 2009 y 2013, en el acuartelamiento Diego Porcelos de la capital, sede entonces del cuartel general de Fuerzas Pesadas. Un subteniente -retirado en estos momentos- llamaba asiduamente  a su despacho a dos mujeres soldado, a quienes proponía tener relaciones sexuales. Ambas se negaron, si bien a una de ellas llegó a besarla y a la otra le practicó tocamientos. 

Ahora va a ser juzgado y la acusación particular pide para él 12 años de prisión, cinco por cada uno de los delitos de abuso de autoridad en su modalidad de trato degradante (rige en este caso el Código Penal Militar) y 2 por agresión sexual. La Fiscalía solicita siete años.

Asimismo se enfrenta al pago de una indemnización total de más de 20.000 euros a las víctimas, según los escritos de calificación a los que ha tenido acceso este periódico.

La Fiscalía describe que los encuentros con las reclutas se producían sin la presencia en su despacho de ninguna otra persona y cerraba la puerta él mismo. La frecuencia de esas reuniones y su duración «llamaba la atención y daba lugar a comentarios» entre el resto de compañeros. El suboficial les preguntaba por temas personales y se ofrecía a hacer por ellas lo que necesitasen. A una de las soldado la intentó abrazar, tocar y logró en una ocasión besarla. Según el escrito de calificación esta situación «provocaba asco y repulsa» a la mujer.

En 2010 acudió al médico porque había perdido seis kilos y le fue diagnosticado un trastorno depresivo no clasificado bajo otros conceptos.

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