Elon Musk, el hombre que podría cambiar el mundo

Pilar Cernuda
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El multimillonario dueño de X y Tesla será la mano derecha de Trump en su nueva etapa en la Casa Blanca, desde donde buscará controlar la voluntad de Occidente a través de sus redes

El poderoso empresario es también propietario de la compañía aeroespacial SpaceX. - Foto: EFE

Elon Musk es el hombre más rico del mundo, pero su inconmensurable poder no lo da solo el dinero, sino en qué lo ha invertido. 

Es el personaje con mayor influencia en internet, con potentes rivales como Jeff Bezos y Zuckerberg, aunque este último se ha visto obligado a adoptar medidas de verificación de los contenidos de seguridad en Instagram y Facebook para adaptarlas a las exigencias impuestas por Musk. Este es propietario de la red social X, la antigua Twitter y propietario de Tesla, que ha revolucionado el mundo del motor con el coche eléctrico. También es dueño de SpaceX, empresa aeroespacial que promueve el turismo en el espacio y quiere hacer la competencia a la propia NASA. Se calcula que a través de la red maneja la voluntad de más de 200 millones de ciudadanos occidentales, y ahora ha llegado a la culminación de su poderío al acercarse a Donald Trump.

Apostó firmemente por su candidatura a la Casa Blanca. No solo colaborando con millones de dólares en su campaña electoral, sino participando activamente en ella. El premio ha sido de la máxima relevancia: Trump lo ha convertido en su hombre de confianza hasta el punto de incluirlo en el Gobierno que tomará posesión el próximo día 20.

No tendrá una cartera al uso, sino que su cargo, apenas definido, tendrá una función de tipo genérico, tomar las medidas necesarias para que la Administración sea eficaz. Esa inconcreción le da un poder infinito, porque le abre las puertas a intervenir en cualquier asunto que él mismo y el presidente consideren relevantes para la ciudadanía.

Eso convierte a Elon Musk en una figura a la que quieren contactar los dirigentes del mundo por su cercanía al nuevo dirigente de EEUU, pero también porque puede mover sociedades enteras a través de sus redes y su manejo del mundo de internet. 

Estas semanas previas a la toma de posesión ha tratado con Trump todos los asuntos imaginables. Por ejemplo, Europa. Musk ha viajado al Viejo Continente, se ha entrevistado con jefes de Gobierno y con dirigentes de la oposición y, sin disimular ni un ápice sus intenciones, ha hecho una apuesta firme y clara por la extrema derecha. 

No la de Meloni, que desde que lidera Italia ha adoptado una actitud de moderación que la está convirtiendo en un referente importante de la Europa actual, y que no ha dudado en viajar a Mar-o-Lago para pedir a Trump que la ayudara a conseguir la liberación de una periodista italiana, presa en una cárcel iraní. 

Pero Musk ha revolucionado Europa defendiendo al partido ultraderechista AfD, que puede ganar a al canciller Scholz en las elecciones que se celebran en Alemania dentro de un mes. Y ha provocado una situación muy grave al primer ministro británico, Keir Starmer, al denunciar su escaso interés en investigar las bandas organizadas de inmigrantes ilegales que han violado a un millar de niñas. Por ello, el presidente francés, Enmanuel Macron, ha acusado a Musk de promover «una internacional reaccionaria».

La política ficción

En España, Musk y Bezos -presidente ejecutivo de Amazon- luchan por la expansión de sus marcas en el mundo rural a través de internet con precios inferiores a los de las ciudades y potentes sistemas de conexión. 

Saben que una de las principales dificultades para impulsar ese mundo rural es la conectividad. Por no mencionar que fuera de las grandes urbes se dan condiciones excepcionales para implantar empresas tecnológicas. Daría impulso a un sector social que hoy no encuentra las facilidades necesarias para iniciar una nueva vida. España, se ha mencionado en algún foro, podría ser uno de los países adecuados para realizar esa iniciativa. 

El gobierno de Pedro Sánchez, para el partido republicano de Trump y Musk, es peligrosamente de izquierdas. No hay que olvidar que esa ultraderecha europea que quiere movilizar el multimillonario en España la representa Vox. Si Musk decide dar impulso al partido de Abascal, cuenta con la ayuda de un hombre de poder inconmensurable para influir en las urnas con métodos poco ortodoxos: redes sociales que no siempre han respetado los límites legales.

De hecho, Trump, y por tanto Musk, han demostrado su escaso respeto a esas restricciones al anunciar sus proyectos de Gobierno: a cara descubierta, ha declarado su intención de comprar Groenlandia e incorporar Canadá y Panamá a los Estados Unidos. De primeras, parece una locura. Tanto Dinamarca como la UE han expresado su absoluta negativa a cualquier tipo de negociación en ese sentido, pero el magnate está empeñado en controlar las rutas árticas para contrarrestar el papel de Rusia y China en el mapa nórdico; a Trump le interesan también los minerales raros que se encuentran en Groenlandia, donde EEUU cuenta ya con una base militar.

La gigante isla cuenta con poco más de 50.000 habitantes. Hace días toma cuerpo el rumor de que Musk estaría dispuesto a dar a cada uno un millón de dólares a cambio de que expresen su apoyo a ceder su territorio a Washington.

La alianza entre Trump y el dueño de Tesla no es un asunto intrascendente, ni sus bravatas se pueden considerar patrañas. Quieren poder, tanto económico, que ya tienen, como territorial y político. 

 No promueven una derecha democrática y conservadora, sino que se mueven en el extremismo más peligroso y cuentan además con los elementos tecnológicos necesarios para dar alas a esos principios a través del fanatismo incontrolado. Trump, no se puede olvidar, fue capaz de impulsar nada menos que el asalto del Capitolio. Y el republicano también logró con la ayuda de las redes sociales convencer a parte de la población norteamericana de que Biden se mantenía en la Casa Blanca a través de un fraude electoral. Infravalorar la capacidad de Trump y Musk de transformar la sociedad y colocar peones en Gobiernos es un peligro real.

Musk se ha «colado» en el círculo de Trump en un momento delicado. SpaceX no atraviesa su mejor momento y Tesla ha visto sensiblemente paralizada la venta de coches en 2024, al contrario que China. No obstante, la alianza de ambos puede ser un peligro para el mundo. No se trata de política ficción.