Un fontanero sufre quemaduras en una explosión de gas en Cogollos

I.E. / Burgos
-

La persona herida es el propietario del establecimiento Aqua, en Esteban Sáez Alvarado. Se encontraba revisando la espita del depósito, situado a la entrada de la localidad por la A-1

No debía de ser la primera vez que los pocos vecinos de la urbanización de la calle La Dehesa, a las afueras de Cogollos, llamaban a un técnico para que acudiera a revisar el depósito de propano que da suministro a sus sistemas de calefacción. Al parecer, cuando se llena no funciona bien. A las 17 horas de ayer el propietario de Aqua, negocio dedicado a la fontanería situado en la calle Esteban Sáez de Alvarado de la capital, condujo hasta allí para realizar la inspección. Cuando manipulaba la espita se produjo una gran explosión que le provocó quemaduras de segundo grado -según el primer diagnóstico- en las manos y en el rostro. Una UVI móvil de Sacyl trasladó a C.A.G., de 40 años, al Hospital Universitario (HUBU).

Quienes dieron el aviso fueron los sanitarios que viajaban en una ambulancia hacia Lerma por la A-1, pues fueron los primeros en observar las llamas desde la autovía.  Rápidamente el servicio de emergencias 12 de Castilla y León alertaba a los bomberos de Burgos y a la Guardia Civil. Los efectivos del parque llegaron con un camión autobomba y barajaron apagar las llamas, si bien finalmente descartaron intervenir pues el riesgo de una nueva deflagración era mayor si extinguían el fuego. Impedir que saliera el gas y siguiera quemándose podía generar una bolsa en las tuberías soterradas y producirse otra explosión. No obstante un técnico de Repsol acudió al lugar  con el fin de estudiar la situación. La recomendación de los efectivos del Servicio de Extinción de Incendios de Burgos siguió adelante y dejaron que se consumiera todo el gas bajo la vigilancia de varias dotaciones que se relevaron a lo largo de la noche y de la madrugada hasta que las llamas se extinguieron por sí solas.

Los bomberos no saben exactamente qué es lo que pudo provocar la explosión. Se barajaban varias posibilidades, entre ellas que saltara una chispa al contacto con alguna de sus herramientas o incluso que el jersey que llevaba -de tela acrílica- pudiera haber desprendido electricidad estática y causar la deflagración.