Suelo bendito para un hombre bueno

Á.M. / Burgos
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Cientos de personas abarrotan la capilla de San José para despedir a Bienvenido Nieto • Al funeral asistió una representación al más alto nivel de todos los sectores de la sociedad

El cuerpo fue escoltado por los maceros de la ciudad y la Policía Local. Sonó la Marcha de la ciudad. - Foto: Patricia

Los espacios, todos, suelen quedarse pequeños ante las personas grandes. Ayer ocurrió, como era más que previsible, en el funeral oficiado en el tanatorio San José de Burgos por el concejal Bienvenido Nieto, fallecido el miércoles en Madrid. Sucede que si por algo destacó Nieto, más allá de cuantas veces acertara en la vida, fue por ser «tremendamente humano y muy querido», según recordaba horas antes el alcalde, Javier Lacalle, en una declaración con motivo de la jornada de luto oficial que vivió la ciudad.

A lo largo de la mañana fueron redundantes las alusiones al edil, muchas de ellas llegadas desde quienes fueron sus opositores políticos. El candidato socialista a la Alcaldía, Daniel de la Rosa, lamentaba su desaparición y recordaba su «amistad pese a las diferencias políticas». Luis Escribano, también del PSOE, resumía que el lamento de su Grupo «no solo es obligado, sino que además es sincero». Y así, muchos otros.

Un cuarto de hora antes de las cuatro de la tarde, el cuerpo entraba en la abarrotada capilla escoltado por los maceros de la ciudad y por la Policía Local con uniforme de gala mientras sonaba la Marcha de la ciudad. Detrás de sus familiares, una impresionante representación de la vida política y social de la ciudad. Todos los alcaldes vivos (Peña, Olivares, Aparicio, Lacalle), sus compañeros de escaño con el presidente del PP, César Rico, a la cabeza, buena parte del PSOE (Escribano, Santamarta, Andrés Mahamud, Peñalba), de UPyD (Alonso, Altable) y de la plantilla municipal en todos sus rangos y expresiones estaban allí.

Las cúpulas militares y policiales también, y la FAE y la Cámara (Benavente y Méndez), y los clubes de élite (Barriocanal y la Directiva del C.B. Tizona), y los que no son de élite pero sí eran de ‘Bienve’, el delegado de la Junta, Baudilio Fernández Mardomingo (Juan Vicente Herrera acompañó a la familia horas antes), el rector, Alfonso Murillo, los directivos de las fundaciones de las extintas cajas, sus presidentes, el secretario provincial de UGT, Roberto Gómez, y exconcejales de todo signo como Manuel Ortega (IU) o Marisol González (PP), por citar ejemplos, estaban allí. Ilustres de la cultura local, muchos de sus compañeros en Deportes (como el gerente, Raúl Yudego), representantes vecinales y ciudadanos anónimos, estaban allí.

Y quizás estuvieran allí porque, como recordó la concejala Ana Lopidana en un breve discurso previo a la ceremonia, «nos deja de regalo de despedida un recuerdo en el corazón de cada uno, una conexión con nuestro amigo». Quizás simplemente porque el protagonista lo merecía. Ese hombre que este mismo domingo le pedía a su nieta Valeria una tregua de 30 minutos para escuchar misa. A cambio, tanta atención como requiriera la criatura... Su familia, sus amigos y su credo fueron sus paliativos tras haber sido su vida durante 72 años. El recuerdo de Nieto quedará marcado en forma de tributo en «algún espacio deportivo de la ciudad», anunciaba Lacalle ayer. Si fuera por lo visto en su despedida, bien haría en buscar, como mínimo, un campo de fútbol.