Martín Serrano

Plaza Mayor

Martín Serrano


La bolsa y la vida

14/01/2024

(Aviso intrascendente: hoy voy de abuelo Porretas, pero también de calentita actualidad; y sin ir de serio, me presento menos distraidor. Creo que me estoy haciendo mayor. Otra prueba de ello es que, por fin, ya tengo un paraguas de paragüería).

Uno es de pueblo, y pequeño, y cercano a la montaña. Y ya se imaginarán ustedes cómo ajustaban las puertas y ventanas hace sesenta años. ¡Menudo vicio tenían las jodías! Por ello, algo sabe este juntaletras de mocos y de carámbanos. Máxime si en casa se alimentaba todos los días la mesa gracias a una modesta agricultura trabajada con arado romano y a una algo más generosa ganadería de vacas, cabras y ovejas. Vamos, que uno tiene un máster en manos ateridas y en pies insensibles por lo bajo cero.

También cuento, aunque no venga al caso y nos desviemos del objetivo, con clases particulares en comer algunos domingos ventosos y lluviosos bajo un viejo paraguas junto a un roble mientras mi padre, al lado, entre cucharada y cucharada, no quitaba ojo al rebaño y a las orejas de los perros.
En casa no se sabía todavía que abriendo un grifo también podía salir agua caliente. Y las calefacciones eran adelantos de los de la capital que no habían llegado a los pueblos. 

Los que peinan canas o nacieron hace más de medio siglo en alguna de las 1.300 localidades de esta atractiva y silenciada provincia saben que los 'aparatos' más eficientes y a mano para aportar calor a los hogares estaban en la planta baja, en la cuadra, pues las vacas vivían debajo de los dormitorios. 

¡Y cómo se agradecía en las noches gélidas, que eran muchas más que ahora, bien tapadito debajo de las mantas, cuando tu madre te traía la bolsa de agua caliente o el ladrillo subido de temperatura en el horno de la 'cocina económica'.

Todos estos recuerdos han aflorado estas Navidades al ver en muchas tiendas a la venta dicha bolsa, al confirmar que está de moda y al escuchar el entusiasmo de una hija en piso de estudiante compartido al elogiar tan veterano y aprovechado invento y regalo.

Cómo nos gusta que en este tecnologizado, acelerado y atropellador mundo algo tan básico como este envase de plástico flexible  cruce generaciones y siga aportando calor humano. Y por menos de 10 euros.