Tomás Medina

Aguas Abajo

Tomás Medina


Estación de autobuses

19/03/2025

Hace casi cuarenta años, en 1988, pasé por Aranda por vez primera, camino de mi primer trabajo en Soria. Lo hice en aquel autobús de línea regular que hacía diariamente la ruta Salamanca-Barcelona. Recuerdo que el vehículo hacía la parada en Jardines de don Diego, tras rodear el entorno central. Quién me iba a decir que, pocos años después, Aranda sería mi residencia habitual,   mi   rincón   de   vivencias   personales   y   profesionales.   Y, efectivamente, años después, cuando ya no viajaba en autobús porque me compré un coche, se hizo la estación de autobuses en Aranda.


En la estación de autobuses, cercana al casco urbano, la gente disponía de un lugar específico, propio y moderno. Teníamos cabinas de empresas de transporte,   sala   de   espera,   bar-cafetería,   algunas   tiendas,   quiosco   de prensa... y gente que iba y venía de un lado para otro.  Con el tiempo, con las nuevas tecnologías que permitían comprar los billetes por internet, con el abandono de la administración –la misma que hizo posible la construcción del inmueble- , con todo eso, la estación de autobuses se fue deteriorando. Hace poco fue remodelada con una inversión que mejoró la sala de espera y alguna dependencia, pero gestionar un bien público no es solo poner dinero. Por eso no necesariamente funciona mejor. 


Lo cierto es que la estación de autobuses de Aranda está sucia, hay malos olores, los servicios de lavabos están vandalizados, el bar-cafetería, que antaño ofrecía servicio de restaurante –fui con amigos en alguna ocasión- está   de   capa   caída.     Perdimos   rutas   de   transporte   con   Madrid, afortunadamente   recuperadas   últimamente,   como   la   del   aeropuerto   de Barajas, pero la estación no es sino un lugar donde entran y salen viajeros. Nada que ver con, por ejemplo, la estación de Lerma, más pequeña, pero con un aprovechamiento de espacios y una oferta de servicios funcionales y dignos. Algo hay que hacer.