Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Una ley de otro tiempo

05/10/2024

La debilidad parlamentaria de Pedro Sánchez es conocida desde el día siguiente de las elecciones del mes de julio del pasado año, lo mismo que la fragilidad del pacto de investidura alcanzado con todos los partidos que forman el Frankenstein  y como desde entonces ha tenido que realizar cesiones muy dolorosas y que no estaban en el programa electoral del PSOE para ir capeando el temporal y permanecer en el inquilinato de La Moncloa.

Este año y pico de legislatura que no termina de arrancar, pendiente ahora de los congresos de los partidos independentistas catalanes para ver si se avienen a dar el visto bueno a los presupuestos generales del Estado tendrían que haber servido a Pedro Sánchez, al menos, para tratar de disimular sus cesiones a los partidos a los que debe su permanencia en el poder, y también para domeñar su hibrys, porque después de proclamar que iba a acabar la legislatura con o sin el concurso del poder legislativo, no deja de realizar gestos que buscan el favor de los diputados de los grupos políticos que le prestan sus votos a un alto precio, que se termina por conocer.

Resulta sorprendente que un político tan avezado, que ha realizado apuestas muy arriesgadas que le han salido bien, deje en manos de otros partidos apuntarse tantos que él podría reivindicar como suyos y mostrarse dispuestos a negociar. Pero no es la primera vez que sigue la táctica inversa, también aceptable pero más complicada, de haber negociado antes y permitir que sean otros partidos los que se presenten ante la opinión pública como los hacedores de las reformas. Ha ocurrido al dar el protagonismo a los portavoces de EH Bildu sobre la reforma de la ley de Seguridad Ciudadana, la "ley mordaza", que se pretende llevar al parlamento.

No podía haber elegido un portavoz peor para ese empeño, y no puede decirse que no sabía qué gran parte de las críticas a esa necesaria reforma vendrían por ese lado: poner a al zorro a cuidar de las gallinas. Y máxime cuando ya el debate sobre esa reforma estaba muy avanzado desde la legislatura pasada y no había podido ponerse en marcha por la falta de acuerdo entre todos los partidos progresistas. Ahora bien, esta reforma lleva el mismo estigma que otras de las puestas en marcha en esta legislatura, porque al PSOE se le 'olvido' incluir en el programa electoral la reforma de la "ley mordaza", lo que sí había hecho en las elecciones precedentes.

Que EH Bildu sea el factótum de la reforma hace que la vista se vuelque en la forma y se diluya el fondo sobre una ley ad hoc del gobierno de Mariano Rajoy para una coyuntura de crisis social y económica que ahora no es tan patente y donde a pesar de las dificultades de muchos grupos de personas no existe un estallido social que requiera de medidas especiales. Y más aún cuando se trata de una ley tan restrictiva con las libertades que no hay muchos países democráticos que tenga una regulación similar. Que paulatinamente se suprima  el uso de las pelotas de goma para dispersar manifestaciones, o que se limiten las sanciones por desobediencia a la autoridad, o los tiempos de detención a efectos de identificación, no supone en ningún caso desarmar a la policía como aventuran los sindicatos del ramo dado que cuentan con suficiente armamento operativo y legal para mantener la seguridad ciudadana. Que se prohíban las devoluciones en caliente de migrantes es una cuestión de derechos humanos.