La banda de rumanos que desarticuló ayer la Guardia Civil había llevado a cabo labores de vigilancia de otro importante conjunto monumental burgalés, la Cartuja de Miraflores, donde previsiblemente iban a dar un golpe en próximas fechas.Las cámaras de seguridad de este monasterio los grabó en días anteriores al robo. En el registro del inmueble de Parralillos, donde fueron arrestados, guardaban, además de las piezas robadas en el convento cisterciense, otros objetos procedentes de otros expolios. La Benemérita descarta que entre ellos se encuentren los de la iglesia de Villatoro, que sufrió un robo el fin de semana del 4 y 5 de febrero.

Los cacos estaban altamente preparados. Contaban con los sistemas de apertura de puertas más sofisticados, taladros silenciosos y sacabombines. Asimismo, han sido requisadas dos alarmas con las que hacían prácticas para desactivar dispositivos de la misma naturaleza. Uno de los ladrones tenía su residencia en Burgos, mientras los otros dos vivían en La Rioja y se desplazaban hasta la capital para llevar a cabo los golpes. Se trata de M.S., de 28 años; L.F., de 40, y I.M.G., de 37. La Guardia Civil da por desarticulado el grupo criminal, que califican de violento. Les fue requisado un revolver Magnum, americano, y una pistola simulada, además de pasamontañas, pelucas, y una lupa para falsificar llaves.Entre el botín también había objetos procedentes de asaltos a domicilios, como una colección de relojes de pulsera. También tenían 4.800 euros en metálico y utilizaban una nave de Villariezo para repostar, con un depósito ilegal de combustible de 1.500 litros.