Que la calle Briviesca se ha convertido en un foco de problemas de seguridad ciudadana no es ninguna novedad. Los 'after' que allí funcionan y que abren a las 6 de la mañana atraen a todos esos burgaleses para los que la fiesta no tiene fin y llegan a esas horas bastante tocados por el alcohol y algunas otras sustancias. Lo que sí es noticia es que los actos vandálicos ya no solo se circunscriben a ese vial, sino que se producen también en otros más próximos, en la ruta que muchos jóvenes siguen para alcanzar los dos bares donde acabarán -o no- la juerga iniciada el día anterior. En la madrugada del domingo le tocó el turno a la calle Antonio de Cabezón. Muchos de sus vecinos amanecieron y se dieron de bruces con una desagradable sorpresa cuando bajaron a la calle, pues se percataron de que un buen número de coches -en concreto, 9- habían resultado seriamente dañados por los vándalos.
Un grupo de personas que habían salido de los bares de las Bernardas o bien de la Kaché tomaron la calle Antonio de Cabezón y algunos de ellos se tiraron sobre los capós de los vehículos, lo que provocó que se hundiera la chapa y se formara un bollo de grandes dimensiones en nueve vehículos. Los vecinos fueron uno a uno desfilando por la Comisaría de la Policía Nacional para denunciar estos desperfectos, con el fin de poder después cobrar el seguro. Las cámaras situadas en los alrededores a buen seguro que ayudan a la Policía a dar con los autores de estos daños.
El vandalismo no es el único problema en la zona. Las reyertas y las riñas multitudinarias se han multiplicado. Según el servicio de emergencias 112 de Castilla y León, a lo largo del pasado año se contabilizaron en este entorno 34 trifulcas y agresiones. Son más del doble de las notificadas en todo el 2022. Es un número muy similar al de otras zonas de ocio como Bernardas o Bernardillas, aunque cabe resaltar que el horario de los locales de estos lugares es nocturno y que hay más establecimientos.
Los vecinos están hartos y no saben ya qué hacer. Saben que su barrio se ha convertido en una zona conflictiva porque dos bares que supuestamente tendrían que abrir a las 6 de la mañana para dar desayunos en realidad lo hacen para servir copas, poner música y dar cobijo a los más rezagados de la juerga burgalesa.