Hace más de un siglo, en 1908, el industrial don Ramón Lozano se compró un Motobloc y se convirtió en el primer automovilista de Burgos. Había que verlo, tan ufano él, ligeramente apoyado en el coche parado ante el Arco de Santa María, con su traje y su sombrero, todo en sepia, posando para el fotógrafo, -«Mire al pajarito, don Ramón… ¡Ya!»-, ante gentes sombrías y asombradas que iban a sus asuntos a pie o en burro. Poco a poco fueron creciendo los Ramones Lozanos, y se multiplicaron los coches, que no se limitaban ya a parar ante el Arco de Santa María para hacerse una foto, como el legendario don Ramón, sino que lo cruzaban ahumando las pinturas del intradós, hasta que alguien dijo basta y volvieron las gentes, ya más bulliciosas y coloridas, a pasar caminando junto al Arco, ante el que el mismo Cid ponía pie en tierra: Llegó a Santa María, luego descabalga. Y ahora que estamos todos descabalgados, llega Burgos Central, el invento gubernativo de las Zonas de Bajas Emisiones, que son, según se dice, herramienta contra la contaminación y el calentamiento del planeta, que impedirán a don Ramón, en el más que improbable caso de que retorne a la luz de los vivos, pasear en su Motobloc por los alrededores del Arco. Con las Zonas de Bajas Emisiones volveremos a aquella fotografía antigua, y, aunque ya sin el asombro con que las gentes miraban el primer vehículo, veremos pasar por el centro de la ciudad los coches eco sin dejar mácula en el ambiente, ¡oh!, todo light, todo flower, todo soft. La cosa es que en el Ayuntamiento andan estos días desencontrados con Burgos Central, porque hay que aprobar la ordenanza y Vox quiere restringir al mínimo la prohibición, que bastantes restricciones tenemos ya, así que el asunto genera ruido de abejas, que si ya está al mínimo, que si no, que si espera, que si ya te diré, abejeo, en suma, para favorecer el trino de los pájaros, el brote vegetal, el vuelo de las mariposas, para hacer de la ciudad un aguafuerte de Pergolessi. El Cid inventó la máxima expresión de Burgos Central al descabalgarse ante el Arco de Santa María. No lo hemos hecho tan mal los burgaleses durante siglos porque, aunque con algún borrón, conservamos aquel escenario del Poema: Salió por la puerta y el Arlanzón pasaba.

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