Parafraseando al gran Joaquín Sabina, nos sobran los motivos para asumir que el aeropuerto nunca conseguirá los objetivos planteados en el Plan Director original. Su trayectoria tampoco ha alcanzado unos mínimos aceptables tomando como referencia la posterior revisión a la baja del gestor aeroportuario. Por no cumplir, tampoco ha satisfecho las expectativas de una sociedad que soñó con una oferta amplia, interesante y accesible.

Nada más lejos de la realidad. Las diferentes iniciativas ejecutadas estuvieron lejos de ser rentables en todos los sentidos. Vamos, que el planteamiento básico, el que impulsa el desarrollo y justifica la inversión en este tipo de infraestructuras, ha sido y es una ruina económica, estratégica y funcional. Por este motivo, una de las primeras decisiones de Cristina Ayala al acceder al despacho de Alcaldía fue retirar a Villafría de la batalla comercial porque ya está perdida de antemano.

Más allá de las razones históricas y de la sucesión de errores -también de cálculo- que han provocado esta situación, el escenario es el que es y hay que moverse con inteligencia para hacer del aeródromo una infraestructura con futuro. Porque lo tiene. 

Vitoria absorbe la apuesta logística en el norte del país, pero Aena debe encontrar la fórmula para atraer empresas y ampliar esa oferta. También sería interesante que las compañías especializadas se dejen de tanteos y contrapartidas económicas. Es importante  contar con una apuesta sólida que ofrezca servicios de aerotaxi en Burgos en convivencia con la escuela de pilotos. Así aumentaría la actividad de una pista que ansía un calendario completo, atractivo (y para todas las edades, por qué no decirlo) de vuelos chárter que animen al sector turístico y atraiga a visitantes.Que es de lo que se trata, al fin y al cabo.

La próxima vez hablaremos de deportes.