El Hospital de Burgos ampliará el servicio de Radiología

G.G.U. / Burgos
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La idea es reformar un tercer sótano del bloque C para dedicarlo a la sección terapéutica de esta especialidad, en auge porque cada vez evita más cirugías abiertas y reduce los ingresos

El HUBU tiene dos radiólogos intervencionistas en la plantilla orgánica y trabajan en esta sala, tipo quirófano. - Foto: Valdivielso

La radiología vascular intervencionista es una rama de esta especialidad que va más allá del diagnóstico mediante imágenes (radiografías, ecografías, mamografías, el escáner - o TAC- o las resonancias) y trata distintas patologías mediante catéteres, que se introducen por arterias u otros conductos para resolver un problema. Es decir, se sirve de técnicas mínimamente invasivas para corregir lesiones que, si no, deberían resolverse en un quirófano con una cirugía abierta convencional. Así, se ha convertido en una subespecialidad de la Radiología al alza, cada vez más demandada y en constante crecimiento. Y de ahí que el HUBU haya decidido potenciar esta sección con la creación de una segunda sala dedicada a esta materia.

El jefe de Radiodiagnóstico, Jesús Aldea, explica que el HUBUcuenta, desde la apertura en 2012, con una sala equipada con una tecnología adecuada para asumir la demanda relativa a toda la patología neurovascular (en la imagen, el equipo 'de doble tubo' y con posibilidad de obtener imágenes del organismo en tres dimensiones) y «otro equipo que siempre ha quedado por debajo de la demanda». Así, tanto la Consejería de Sanidad como la Gerencia Regional de Salud (Sacyl) coinciden con los responsables del HUBU en la necesidad de cambiar este equipo por otro más avanzado - «igual que el de doble tubo que tenemos, pero de un tubo»- para que los radiólogos intervencionistas puedan trabajar en dos salas al mismo tiempo. «Resolvería el problema puntual que tenemos en determinados momentos de no poder asumir todo al disponer de un único equipo. Se trata de ganar agilidad y evitar que los pacientes se acumulen», señaló Aldea.

Para ello, Sacyl se servirá de una de las grandes bazas del HUBU: todavía tiene espacio libre para seguir creciendo. Y, de hecho, la idea es reformar el tercer sótano del bloque C, justo por debajo del actual servicio, para juntar las dos salas de intervencionismo y facilitar el trabajo. El plan se basa en el proyecto del hospital, que reservó este espacio para futuras ampliaciones, como es el caso.

Con escáner. El hecho de trasladar la sala actual y dedicar un espacio propio a la sección terapéutica de Radiología facilitaría el trabajo, porque el objetivo es que esta obra se acompañe de más equipamiento nuevo. En concreto, de un TAC (un escáner) y, más adelante, de una resonancia. «Esto último creemos que es necesario, pero quizá no inmediato», comenta Aldea, quien matizó que en enero se iniciará la tramitación oficial de este proyecto. La Administración tiene sus tiempos, pero en este caso hay que negociar con la propietaria del inmueble y de su contenido, que debe acometer y pagar la reforma y toda la tecnología.

Pero Sacyl considera necesaria esta ampliación, que potenciará un área en constante crecimiento en todo el mundo y casi estratégica, por varias razones. La primera es la asistencial, porque la radiología intervencionista obtiene los mismos o mejores resultados que las cirugías convencionales, pero lo hace en menos tiempo y de una forma no invasiva, por lo que también acorta la estancia del paciente en el hospital y reduce su posoperatorio. Y todo ello redunda en menos costes para los gestores sanitarios. Como ejemplo, el tratamiento de algunos tumores malignos del riñón, que los radiólogos intervencionistas -entre los que se incluye Jesús Aldea- queman mediante microondas en unos 45 minutos, mientras que la cirugía convencional podría superar las tres horas. Y si la intervención de los radiólogos vasculares conlleva un ingreso de día y medio, la cirugía tradicional ronda la quincena.

Esta misma técnica se emplea para el hígado, para algunos cánceres de hueso o para tratar nódulos en la glándula tiroides (el bocio), una materia en la que el HUBUfue pionero y referente en España. Otro tanto ocurrió con la aplicación de la electroporación, una técnica de esta subespecialidad para tratar tumores inoperables que invaden vasos sanguíneos.

Burgos introdujo la radiología vascular en 1984, de la mano del exjefe de servicio, Cristóbal Cano, quien siempre la potenció. Y, así, corrige ya aneurismas cerebrales (el ensanchamiento de un vaso sanguíneo que puede explotar y causar daño cerebral); se eliminan coágulos causantes de ictus y se abordan tumores cerebrales, miomas uterinos o el síndrome de congestión pélvica, en el que aparecen varices en la pelvis.

La apertura de la segunda sala de radiología vascular no conllevará una ampliación de las patologías que tratará, pero Aldea destaca que «siempre surgen nuevas técnicas, se amplía constantemente».