Año de urnas, año de obras. No hay nada mejor que lucir máquinas o inaugurar mejoras para apelar al voto ciudadano. La capital burgalesa y su provincia son muy receptivas a esta estrategia de última hora, aunque muchas promesas queden bajo las alfombras. Ya se sabe, las reivindicaciones de infraestructuras llenan muchas páginas como esta, crean muchos desvelos y suelen perderse en el tiempo hasta que toca acercarse a una urna.
Seguro que les suenan casi todos los proyectos. Hemos hablado de ellos largo y tendido en las páginas de Diario de Burgos y no solo durante 2022 sino, en algunos casos, una década atrás. Pero como no terminan de hacerse realidad, siguen figurando entre las principales causas pendientes y cada enero aparecen en la carta a los Reyes Magos aunque, a diferencia de otros años, todos son votos en potencia y eso les otorga una agilidad imposible a mitad de la legislatura.
La alta velocidad llegó, por fin, a la ciudad en 2022 y ahora empiezan los primeros pasos para unirla a Vitoria y el resto del País Vasco, su destino natural. Parece, también, que Aguilar de Campoo estará más cerca, aunque aún sobre el papel; será difícil ver máquinas en el nuevo tramo de la A-73.
La ciudad tiene también sus propios retos, empezando por la peatonalización de Gamonal, o el nuevo Mercado Norte, o la remodelación del Castillo y El Parral. El centro de salud del Silo o el centro cívico Oeste son de las actuaciones más atascadas de los últimos tiempos y quizá se beneficien del engrase de la carrera electoral.
Y todo con el telón de fondo de unas elecciones municipales que marcarán el rumbo político del semestre que acaba de comenzar.