Perdonen que me ría. Con ese título Valladolid acogerá en febrero el VII Foro de la Cultura. Un evento, reconocido entre los mejores proyectos de industrias culturales del país, que con carácter bienal nació en Burgos en 2014, donde celebró cuatro ediciones, la última en 2020. Sus organizadores justificaron su traslado a la ciudad del Pisuerga porque veían en Burgos dificultades para crecer. Mucho antes, en 2009, emigró a Benidorm el Electrosonic, un festival de música, arte y pensamiento electrónico, que comenzó en Burgos en 2005 y llegó a celebrar cinco ediciones en emplazamientos dispares en el Castillo y Fuentes Blancas, siempre rodeados de la polémica por los ruidos que provocaban los decibelios de la música tecno. En el listado de eventos perdidos recordamos el Estío Musical Burgalés, que entre 1999 y 2011 dirigió el maestro Frühbeck de Burgos, o el Eninci, el Encuentro Internacional de Cine y Literatura, fenecido en 2005, que alcanzó 34 ediciones. Menor recorrido tuvo el Fantastic Burgos, certamen de cine de fantasía, suspense y terror. Nos quedamos también sin el iRedes, el congreso Iberoamericano de redes sociales desarrollado en Burgos entre 2011 y 2016, y agoniza el festival Castilla Folk.
Mantenemos, eso sí, un puñado de eventos que resisten a las incertidumbres económicas que cada año planean sobre ellos. Es el caso del veterano Festival Internacional de Folklore, con 45 ediciones a sus espaldas, el Escena Abierta que, no sin dificultades, acaba de cumplir 25 años; desde 2002 el Certamen de Coreografía Burgos-Nueva York. El festival Tribu, nacido en 2013, se mantiene con respiración asistida siempre pendiente de recibir las ayudas comprometidas. De mejor salud gozan el Tablero de Música, el Zurbarán Rock o el Festival Histórico Cultural Burgos Cidiano, que no acaba de consolidar su personalidad. Sin hacer mucho ruido ahí están el Babieca Folk y el Festival de Teatro Local La Parrala
Burgos ha terminado un año ocupando malas posiciones en los ránquines culturales, mientras que prepara su Renacimiento para 2031, con nuevos proyectos para ser elegida capital europea de la cultura. Frenar la fuga de talento es unos de los retos del comité que trabaja en esta candidatura. Será el segundo intento. No estaría de más que junto a nuevas estrategias e iniciativas recordemos algunas de las que tuvimos y se plasme una mayor implicación pública, no solo económica, que garantice la continuidad de las que todavía tenemos. Y perdonen que no me ría.