María Guerrero

Tribuna Sanitaria

María Guerrero


Anatomía de las emociones

08/01/2025

Hemos finalizado una de las etapas más cargada de emociones de todo el calendario: el final de un año y el inicio del nuevo, el balance del tiempo… la Navidad, los reencuentros y las despedidas.

El mes de diciembre nos envuelve con estímulos, sensaciones y sentimientos que aunque se expresen y se sientan durante todo el año, no se manifiestan con la misma facilidad e intensidad, y no se deben asumir siempre como estados de alegría, sino que en ocasiones transmiten una profunda tristeza. 

Las emociones, esas sensaciones básicas e intensas que percibimos, generan un sentimiento, un estímulo corporal, que no podemos evitar, y ante el que reaccionamos. Esos efectos, combinación de señales químicas y físicas, tienen su base de operaciones en el cerebro, que controla y gestiona las mismas. Según la Psicología sólo hay seis emociones básicas: felicidad, ira, tristeza, miedo, sorpresa y disgusto; las demás surgen de combinaciones de las previas.

Se atribuye al cerebro la responsabilidad de ser el gran órgano emocional, exactamente al sistema límbico, una red activadora de emociones y del comportamiento, formado por varias estructuras cerebrales perfectamente relacionadas, y que provoca sentimientos, fundamentales para el desarrollo de la vida. En función del área cerebral estimulada se desencadenan respuestas corporales mediante la participación de sustancias químicas, que producen cambios físicos como variaciones en el rimo cardíaco, la tensión arterial, la respiración, la temperatura corporal…

A pesar de la asociación romántica de los sentimientos al corazón, este importante órgano modifica su ritmo cuando se produce una emoción intensa que lo altera, pero no participa de forma directa en la generación de emociones, aunque ningún otro órgano representa como él, el signo del amor. 
Vivimos y sentimos de forma constante, y todo nuestro cuerpo participa de forma activa en la generación de sensaciones, positivas o negativas, enviando mensajes a través de las neuronas al cerebro, y produciendo la descarga emocional. 

La visión de una persona, una fotografía, un escenario concreto, produce vía neuronal, un estímulo nervioso que activa los mecanismos cerebrales, originando cambios químicos, y sentimientos específicos y variables. Efecto similar es producido por la voz de una persona, un sonido, música… provocando sentimientos de alegría, nostalgia, tristeza, o tranquilidad.

El olfato es un sentido que posee la gran capacidad de abrir ese baúl de los recuerdos repleto de imágenes. La percepción de un olor nos puede hacer viajar a escenarios de un pasado muy lejano, especialmente si están asociados a emociones intensas.

Nuestro gran sentido sensorial, el tacto, especialmente utilizado en esta época de abrazos intensos, besos y reencuentros con apretones de mano. El contacto físico de la piel desencadena una cascada de reacciones químicas que nos producen bienestar, confort, alegría, placer…

La Navidad, con su cortejo previo y posterior, ha concluido. La vida es una experiencia permanente, que dura doce meses, desde enero hasta diciembre, y nuestro cuerpo y mente se mantienen en constante actividad para recibir pequeñas e intensas emociones todos los días. 

Feliz año 2025 repleto de buenas emociones. 

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