La llegada de los franceses desencadena una serie de sucesos en Burgos que dejan a la ciudad temblando. Sin embargo, antes y durante la Guerra de la Independencia la ciudad trata de mantener cierta normalidad, programando actuaciones musicales y espectáculos en cafés, bailes y el Teatro de La Puebla. Los intérpretes de música sacra, despojados del habitual escenario de la Catedral -los templos cierran y se suprimen la celebración de ceremonias durante la contienda-, continúan trabajando en otro tipo de ambientes.
A ese contexto le dedican Cintia González y Beatriz Cancela su libro La música en el Burgos napoleónico. Un recorrido por los ambientes musicales de la ciudad, editado por Dossoles. Las musicólogas se adentran en una época de la que no existe demasiada documentación ni excesivas publicaciones que lo analicen, quizá, sostiene Cintia González, porque las autoridades prefirieron hacer invisible un momento histórico «delicado».
Aún así ambas autoras han conseguido recuperar nueve partituras -aunque en el libro solo aparece una edición crítica de tres- recurriendo a las Actas Capitulares de la Catedral, el Archivo Municipal, el Diocesano y otro tipo de fuentes documentales. «Son partituras de calidad, con cierta influencia del italianismo y realmente interesantes que estamos tratando de transcribir y recuperar con un estudio musicológico minucioso y exhaustivo», sostiene Cintia González.
El análisis no está centrado únicamente entre 1808 y 1813, el periodo napoleónico, sino que abarcan varios años antes (finales del XVIII) y después, para contextualizar de dónde viene y adónde va desde dos puntos de vista: el ámbito civil y religioso y la relación que se establece entre ambos, y con una edición crítica de las partituras.
«Desde el punto de vista civil no hemos encontrado composiciones. Hemos hallado referencias que aluden a la existencia de música en cafés, teatros y auditorios. En el ámbito religioso, en cambio, sí. Hay que recordar que en aquella época la Catedral era un referente nacional y los maestros de capilla y organistas se disputaban las plazas para trabajar aquí», añade. Pero la guerra les impide ejercer como debieran ya que se les niega el permiso para tocar en la Catedral. Así que los músicos se interrelacionan de otra manera con la ciudad, tocando en los escenarios en los que les dejan: «Tocarán en el Teatro de La Puebla y en diversos actos militares, abriéndose a otro tipo de influencias».
Censuras y modas
La presencia francesa no dura lo suficiente como para que los modismos se adueñen de la música local, o al menos los documentos que se conservan no lo atestiguan. Para influir en la composición debería haber pasado más tiempo, aunque en el ámbito civil se ponen de moda ciertos bailes cultos, relegando los bailes populares
En la música religiosa han encontrado, en cambio, ciertos juegos de palabras en las letras de las canciones que aluden al sufrimiento del pueblo, el rey invasor y la opinión de la ciudadanía: «En concreto hay un villancico que habla de la llegada de Fernando VII El Deseado sin mencionarlo expresamente. Huye, huye, intruso rey es una pieza en lengua vernácula escrita para dos flautas, dos trompas, dos violines, contrabajo, coro y tenor solista».