El oncólogo Guillermo Crespo cree que hay dos motivos por los que la sociedad está menos concienciada sobre el cáncer de vejiga, el quinto en incidencia en la población general -cuarto en los hombres- que de otros: el tratamiento de los pacientes con la enfermedad tan avanzada como para tener que extirparles el órgano provoca «mucho impacto psicológico» y «se les hace duro hablar del tema» y, en segundo lugar, hay quien todavía no relaciona este tipo de tumores con el tabaco. «Fumar se asocia al cáncer de pulmón, pero hay sustancias tóxicas del tabaco que se eliminan por la orina. Así que, como se acumulan en la vejiga, generan una irritación continua que, al cabo de los años, provoca el cáncer», dice.
La importancia de la concienciación y la prevención animaron a la junta directiva de la AECC -de la que Crespo es vicepresidente- a dedicar una charla del ciclo divulgativo 'Aprendiendo juntos sobre el cáncer' a los tumores de vejiga. Fue este miércoles por la tarde en el auditorio El círculo (Ana Lopidana) y, como en anteriores sesiones, constó de dos partes: la ponencia de Crespo sobre incidencia, síntomas y novedades terapéuticas, y una segunda dedicada a los cuidados, que impartirá la experta en humanización en salud Fuensanta Gil.
«Esta enfermedad nos va a afectar a todos, como enfermos o como cuidadores», aseguraba Crespo, en conversación telefónica, al explicar el porqué de la temática de esta nueva edición del ciclo. «El cáncer de vejiga está un poco silenciado, pero tiene la ventaja de que nos avisa y lo podemos detectar precozmente. Otros tumores no dan la alerta tan pronto», comentaba, al aludir al síntoma más frecuente de la aparición de un tumor de este tipo: el sangrado en la orina. «En cuanto se detecte, tenemos que comentarlo con nuestro médico de Atención Primaria», destacaba, antes de especificar que, sin embargo, hay otras señales «más difíciles» de identificar, porque pueden confundirse con una infección de orina: escozor o aumento de la frecuencia de la micción y dolores en la parte baja del abdomen o en la zona lumbar. «Pero son inespecíficos y, a veces, van y vienen, lo cual dificulta», señaló.
Habrá otra charla dedicada a los cuidados de los pacientes con cáncer
El objetivo de la ponencia es contribuir a que el mayor número de casos se diagnostiquen en fase inicial, lo que técnicamente denominan «superficial o no músculo invasivo», porque el tratamiento consiste en quitar el tumor -«hacer como un raspado de la pared de la vejiga»- y una serie de «lavados específicos» para tratar de evitar que se reproduzca. Si ya hay afección de la capa muscular, hay que extirpar el órgano. «Tiene mucho impacto en los pacientes porque hay que abocar los uréteres a una parte del intestino y, de ahí, a la abertura que se hace en el abdomen y que se conecta con la bolsa» que suple a la vejiga. Para aliviar ese impacto psicológico, el HUBU cuenta con una consulta de enfermería dedicada en exclusiva a las ostomías, que ayuda a afrontar el resto del tratamiento, que puede ser quimioterapia o inmunoterapia.
No obstante, Crespo matizó que «hay un pequeño grupo de pacientes» a los que, bien porque son de edad avanzada o muy jóvenes, se les intenta evitar la extirpación radical y les aplica una combinación de quimio y radioterapia «para que conserven el órgano, la función y la calidad de vida».
En Burgos se diagnosticaron el año pasado, según el Observatorio de la AECC, 202 nuevos tumores de vejiga en Burgos. Es, por tanto, el quinto en incidencia y «cuatro veces y media» más frecuente en hombres que en mujeres. Sin embargo, dado que ellas «se iniciaron más tarde al hábito tabáquico» ahora se observa incremento de incidencia en mujeres. Y de ahí la importancia de la prevención, en todos los sentidos.