Ya los habrán visto ustedes por esas calles tomadas por don Carnal; el Cachidiablo, la Flora, el Martinillo y el Papamoscas, los nuevos cabezudos que se unen este año a las comparsas carnavaleras, que éramos pocos y parió la abuela, o sea, Cristino, que se ha sacado del magín cuatro cabezotas para mayor lucimiento de las carnestolendas y otros festejos. Los cabezudos asustan a los incautos; como para no asustar: el Cachidiablo, un Luzbel tunecino con los ojos fuera de las órbitas, la Flora, con cara angulosa de dama seca y angustiada, el Martinillo, paje indolente y bobalicón, y el Papamoscas, fiero y amedrentador, que más parece papar niños que insectos, los cuatro con la boca abierta como entrada de gruta.
Burgos nos da cada año una de cal y otra de arena por Carnaval, que esto no es Venecia, aunque antaño Maricastaño había bailes de sociedad con antifaz en el Salón de Recreo, en los que todos fingían no saber quién era cada cual; como decía Jacinto Ontañón, pueblo, justo es que alboroces/ un carnaval sin ejemplo/ y oigas el «No me conoces…»/ ¡Todos pregonando a voces/ una verdad como un templo!
El carnaval es un juego de apariencias, como la vida misma, pero dejémonos de filosofías, que lo que cuenta estos días es salir disfrazado de homo sapiens o de monja, como las de Belorado, que, aunque van de tales, ya no lo son y viven un carnaval diario y desafiante. Cuatro mil burgaleses se echan a la calle con una camiseta de felpa bajo el disfraz para paliar los fríos carnavaleros de la meseta, armados de turutas para dar la murga, que, aunque esto tampoco es Cádiz, se hace lo que se puede por poner la actualidad en solfa y arrancar una sonrisa al personal.
El malvado Cachidiablo, la inquietante Flora, el tontaina Martinillo y el fiero Papamoscas están en temporada alta junto a cachibirros y zamarracos, dando vueltas por ahí, inquietando a inocentes y desprevenidos, hasta que salga humo de la sardina, también de Cristino, siempre Cristino, este año con novedosa parada y fonda en Gamonal. ¿Novedosa, dicen? Todo está escrito, todo viene de antiguo, por seguir otro año de bolina/ también enterramos la sardina,/ en Gamonal este año,/ sin barullo, alteración ni daño.
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