José María Díaz Mínguez

El Jardín de Mendel

José María Díaz Mínguez


Ciencia y publicaciones

10/10/2024

Andan los tiempos revueltos en el mundo académico-científico. La solidez del edificio que habíamos levantado para evaluar la calidad de los resultados científicos se tambalea como resultado de los múltiples escándalos, algunos muy cercanos, que han sido revelados en los últimos años. El número de artículos científicos retirados por fraude fue de cerca de 4.000 en 2021, unos 5.500 en 2022 y más de 10.000 en 2023. En estas fechas, la editorial Springer está retirando cientos de artículos por sospechas fundadas de haber sido manipulados para inflar desproporcionadamente las métricas de productividad de sus autores.

El sistema actual de valoración se basa en una especie de índice de popularidad. Se acepta que cuantas más veces sea citado un artículo mayor es su importancia. Consiguientemente, cuanto mayor sea la media de citas por artículo de todos aquellos publicados anualmente en una revista, mayor es la relevancia de ésta. Así, se establecen clasificaciones de revistas, en los distintos campos del saber, por su índice de impacto y el cuartil que la revista alcanza en función de éste. Asimismo, se valora a los autores por índices obtenidos a partir de estos datos. 

El sistema funcionó durante bastante tiempo, principalmente porque el volumen de publicaciones era razonable y la calidad de una publicación la establecían los estrictos criterios de varios revisores. Recientemente, el sistema ha hecho aguas debido al incremento desproporcionado del número de publicaciones, lo cual ha conducido a un relajamiento de los criterios de evaluación (los revisores no cobran por su trabajo), al uso desmedido de las métricas para la valoración de los científicos y a la proliferación de editoriales espurias que contemplan la producción científica como un negocio o un medio para promover a sus editores. El abuso de los índices bibliométricos ha fomentado la picaresca de su manipulación, confundiendo medios con fines.

Ha llegado el momento de que los científicos dejemos de inflar nuestros egos con los índices y recuperemos la humildad del monje agustino que fundó una ciencia (la genética) hace casi 160 años, investigando con guisantes en su jardín y dando a conocer sus resultados en una revista local que no leyó nadie en décadas.

ARCHIVADO EN: Ciencia, Productividad