El deporte de élite suele ser sinónimo de lujo. Coches de alta gama, relojes caros, restaurantes muy exclusivos... Los contratos millonarios de las grandes estrellas eclipsan una realidad paralela de algunos deportes que ni siquiera tienen un convenio que les garantice un salario mínimo. En España, el fútbol es la gallina de los huevos de oro porque los sueldos no bajan de los 190.000 euros brutos en Primera División y los 95.000 en Segunda, pero en baloncesto, balonmano o rugby -por citar solo algunos- la película es muy distinta.
FÚTBOL
Cualquier jugador con ficha de la primera plantilla del Burgos CF y el Mirandés cobra al menos 95.000 euros brutos anuales, que serán 98.000 la próxima temporada. Da igual si no participa ni un solo minuto o está solo para completar la plantilla. El simple hecho de estar en la Liga Hypermotion les garantiza dicha cantidad, aunque también hay algunos jóvenes que tienen contratos con los filiales y no llegan a tales remuneraciones.
Esos ingresos tan elevados en comparación con otros deportes obedecen a todo lo que se mueve alrededor del mundo del fútbol. Más allá de los abonos, las entradas o los patrocinadores, solo en derechos de televisión el Burgos CF y el Mirandés reciben alrededor de 6 millones de euros. Esa cifra puede aumentar notablemente en otros clubes de la categoría, así que no es de extrañar que los futbolistas más determinantes de Segunda División superen el millón de euros.
CICLISMO
La Unión Ciclista Internacional (UCI) lleva regulando varios años los salarios mínimos, aunque solo lo hace en las dos primeras categorías masculinas y en la máxima división femenina. El Burgos Burpellet BH milita en segunda, donde los ciclistas están por encima de los 30.000 euros. Si llegan desde amateur y tienen menos de 23 años, los equipos están obligados a hacerles contratos de dos años como mínimo. Una vez superado ese período pasan a cobrar, como mínimo, algo más de 35.000 euros. Solo el World Tour -es el caso de Sara Martín, que corre en el Movistar Team- está regulado en féminas y el sueldo de las corredoras debe llegar por los menos a los 35.000 euros. En el caso de los chicos, la cantidad supera los 44.000 euros en la máxima categoría.
Al margen de estos sueldos, cada uno de los ciclistas tiene sus primas personales en su contrato por victorias, puestos entre los diez primeros... Asimismo, también se reparten las ganancias que tiene cada escuadra en carrera -por ganar etapas, portar el maillot amarillo...- que entrega la organización de las mismas. De este dinero, una parte va para el área técnica y la otra, el mayor porcentaje, se queda entre los ciclistas.
BALONMANO
Desde 2023, también está considerada profesional la Liga Asobal, categoría en la que esta temporada compite el Tubos Aranda Villa de Aranda. En la élite del balonmano español, el convenio refleja que la plantilla debe cobrar el salario mínimo interprofesional, es decir, 16.576 euros brutos anuales, aunque puede haber dos integrantes de la misma a media jornada.
En la mayoría de los equipos de la zona baja, son habituales esos sueldos entre sus pupilos, mientras que en la parte media suelen doblar el salario mínimo a cuatro jugadores capaces de marcar las diferencias, mientras que el resto del plantel se ciñe también a los 1.184 euros mensuales mencionados anteriormente.
La gran excepción a esta tónica es el FC Barcelona, ya que maneja un presupuesto salarial que puede llegar a ser 10 veces superior al del resto de equipos españoles. La realidad culé, bajo el paraguas del fútbol, es muy distinta a la de sus contrincantes en la Asobal, aunque sus rivales en la Champions rondan también esos números. De hecho, las principales ligas europeas e incluso en algunas segundas divisiones, como Francia o Alemania, pagan mejores salarios que la Liga Asobal.
En cuanto a la División de Honor Plata, donde compite el UBU San Pablo BM Burgos, ni siquiera garantizan un sueldo mínimo para toda la plantilla. La norma marca que al menos dos jugadores deben estar a jornada completa y otros dos a media, pero para el resto no hay una pauta. Es más, hay jugadores de la liga que juegan gratis o por muy poco dinero.
BALONCESTO
El escenario mejora en el baloncesto. En la ACB sí que existe un sueldo mínimo, pero en Primera FEB, donde compiten el Silbö San Pablo y el Grupo Ureta Tizona, todo depende de la negociación entre el jugador y el club porque no está considerada una liga profesional.
Las diferencias entre unos jugadores y otros pueden llegar a ser abismales dependiendo del caché y el equipo por el que fichen. No es lo mismo ser un jugador de rol en un recién ascendido que una estrella en un club que lucha por volver a la ACB. Además, el mercado ha subido de forma considerable en los últimos tres años y hay sueldos que llegan a rondar los 40.000 euros brutos mensuales, aunque no es lo habitual.
A pesar de no ser una liga profesional, todos los jugadores se dedican exclusivamente al deporte y algunos pueden superan los sueldos de algunos futbolistas de Primera o Segunda, sobre todo con la inflación de los salarios desde que varios proyectos aspiran a regresar a la Liga Endesa.
RUGBY
Nada tienen que ver esas cantidades con las que se manejan en la División de Honor de Rugby, categoría en la que compite el Recoletas Caja Rural Aparejadores. El deporte del oval en España tiene un perfil mucho más amateur y no existe ninguna regulación específica en cuanto a salarios. La Asociación Nacional de Clubes de Rugby (ANCR) está trabajando en un proyecto a medio-largo plazo para emular a la Asobal de balonmano y se ha reunido con la Liga de Fútbol Profesional (LFP) para ver cómo acometer mejoras.
Sin embargo, la realidad a día de hoy es que gran parte de los jugadores de élite compaginan el rugby con otro trabajo para tratar de ganarse la vida. Es más, en la mayoría de las ocasiones son los clubes los que facilitan los puestos. Suele ser común que den clases en gimnasio o también de idiomas, todo dependiendo del perfil de la persona. Todavía queda mucho camino hacia la profesionalización.
DEPORTE INDIVIDUAL
En el caso de los deportes individuales, donde también hay representación burgalesa, los escenarios que afrontan los deportistas son muy distintos dependiendo el nivel. Por ejemplo, algunos atletas sí que se pueden permitir vivir de ello mientras están en activo. Lo hacen a través de ingresos en forma de becas, patrocinadores, triunfos en carreras o contratos con clubes. Muchos de ellos son autónomos con varias fuentes de ingresos que varían también en base al rendimiento.
Por último, en tenis, jóvenes promesas como el burgalés Nicolás Álvarez depende únicamente de dos vías de ingresos: los premios y los patrocinadores. Los premios en metálico los obtienen de las rondas que van superando en los torneos, así que sus ganancias están directamente ligadas a su rendimiento, mientras que otra fórmula de costearse la carrera proviene de espónsores de ropa, raquetas, etc. Se puede decir que solo viven de ello hasta el número 100 o 150 del circuito ATP. Y muchos solo para cubrir gastos mientras juegan.