Ignacio Miranda

Riendas en banda

Ignacio Miranda


Continente de ursulinas

11/10/2024

Mientras que en España el Congreso de los Diputados lo preside Paquita Armengol, con una carrera política jalonada de escándalos de todo jaez, el Consejo Nacional de Austria tiene como cabeza visible a Wolfang Sobotka, un tipo valiente conocido por su compromiso a favor del pueblo judío. Francina ocultó que se prostituían menores residentes en centros del Gobierno balear que ella presidía, salía de marcha nocturna por los bares de Palma en plenas restricciones por la pandemia y le salpican las mordidas del imparable caso Koldo. Arrastra la boticaria mallorquina, con o sin tirantes, un historial que lastraría su presencia en un cargo público de una democracia seria. En España, sin embargo, es la tercera autoridad del estado. Tela marinera.

Sobotka, en cambio, fue ministro del Interior de su país y trabajó con un planteamiento básico: hay que dar más atribuciones a los cuerpos policiales frente al crimen y controlar la inmigración. Por libertad, seguridad y pura supervivencia. Estamos, por tanto, ante un tipo serio, directo, sin complejos, que el pasado martes recibió en la localidad burgalesa de Castrillo Mota de Judíos el nombramiento de hijo adoptivo del municipio. Al galardonado le preocupa sobremanera el incremento del antisemitismo en Europa, una realidad más perceptible en el último año tras los atentados del 7 de octubre.

Hay motivos para ello: muchos judíos no se atreven a llevar la kipa en su coronilla y las sinagogas están en el punto de mira. El político insiste en que Hamás es una organización terrorista, pero lamenta que Europa "que otras veces ha promovido un frente de acción claro contra Al Qaeda o Isis", no lo haga en este caso. Además, pide al pueblo palestino que se distancie de Hamás, "que tiene como objetivo principal la destrucción del estado de Israel". El presidente de la cámara legislativa austriaca considera que la democracia liberal está en peligro, y que su defensa exige luchar contra el antisemitismo. Así de claro. Pero seguimos instalados en este buenismo progre de los burócratas de despacho y palmeros de Úrsula. Continente de ursulinas, en definitiva.