"He puesto mi granito de arena al progreso de este periódico"

LETICIA NÚÑEZ / Burgos
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ENTREVISTA | Juan Ángel Gozalo se jubila después de 36 años como periodista en Diario de Burgos. "Mi lealtad y mi compromiso han sido plenos. En mi memoria y en la hemeroteca están mi esfuerzo, mi creatividad y mi profesionalidad..."

Leticia Núñez y Juan Ángel Gozalo, en la redacción de Diario de Burgos. - Foto: Alberto Rodrigo

* Esta entrevista salió publicada en abril de 2021 dentro del suplemento especial por el 130 aniversario de Diario de Burgos, días antes de su jubilación 

Juan Ángel Gozalo (Burgos,1958) dice adiós a Diario de Burgos tras pasar del plomo a las nuevas tecnologías en una carrera de más de 36 años, en la que ha formado parte de todas las secciones del periódico, salvo Deportes. Además fue el último director de la Hoja del Lunes. Su lealtad y compromiso, dice, han sido plenos en estos años de profesión.

Ahora que acaricias la jubilación, ¿qué balance haces?

Muy positivo. Aunque ha habido momentos duros y en algunas ocasiones dudé de si no me había equivocado de profesión, lo cierto es que estoy muy contento del balance final. Son casi cuarenta años de carrera -treinta y seis de ellos en Diario de Burgos-, siempre al pie del cañón y desde luego que han sido intensos y apasionantes, pero también, como decía, algunos difíciles. Los superas y sigues adelante. No hay otra. La vocación y el compromiso de servicio público es determinante en este oficio de contar cosas en un Burgos que ha cambiado mucho y para bien. Creo haber puesto modestamente mi granito de arena en este progreso de la ciudad y de la provincia y también en un Diario de Burgos que cumple 130 años estando cerca, muy cerca de los burgaleses y de sus intereses, que en definitiva ha sido el norte que me ha guiado.

¿Te retiras con la satisfacción del deber cumplido?

Totalmente, este oficio exige ir más allá del deber y del reloj... y a veces a costa de la familia. Por eso aprovecho para agradecer la comprensión y el apoyo de mi mujer, Suni Álvarez, que ha estado en los momentos buenos y en los malos. Sabe -como mis dos hijas- que en este oficio es difícil conciliar. No puedes dejar para mañana una noticia, tampoco una información a medias... He pasado por todas las secciones desde que entré en plantilla el 1 de marzo de 1985. Mi lealtad y mi compromiso han sido plenos. En mi memoria y en la quinta planta -en la hemeroteca, sobre el papel- están mi esfuerzo, mi creatividad y mi profesionalidad...

¿Qué es para ti Diario de Burgos, cómo lo definirías?

Ha sido mi segunda casa, a veces la primera porque he pasado muchas horas en la redacción, primero en San Pedro de Cardeña y después en la avenida Castilla y León. Me he sentido como en familia. Con sus roces, enfados, broncas… pero me quedo con lo bueno, con esa alegría, esa amistad, cariño, compañerismo y hermandad. También ha sido escuela para mí porque por esta casa han pasado periodistas magníficos de los que he aprendido mucho.

Soy una persona muy persuasiva. Si no, que se lo pregunten a los codirectores de Atapuerca cuando les 'perseguía' para que me contaran noticias"

¿Cómo era el Diario de Burgos de tus inicios y cómo lo es el de ahora?

Era como era, hijo del momento social y político y de una ciudad en la que aún había muchos resortes refractarios al cambio, incluido el de los medios. No había, por ejemplo, mujeres en la redacción. La primera periodista que entró fue Ana Angulo. Ahora no son mayoría, pero casi y, además, ocupan puestos de responsabilidad. En cuanto a la apertura informativa, Diario de Burgos ha ido con los tiempos, abriéndose y evolucionando y no poco. Pasó de ser un periódico que en la Universidad Complutense -donde cursé la carrera- era ejemplo de cómo no debía hacerse y diseñarse a lo contrario, a marcar pautas y ser un referente con el cambio y el impulso de Antonio Méndez Pozo. Es justo reconocer que el periódico se ha convertido en estas décadas en un medio moderno y abierto, en el buque insignia de un grupo, Promecal. Fue una auténtica revolución y en ella colaboré desde el minuto uno como redactor y jefe de sección. Si miramos en la hemeroteca, en muchas ocasiones en esta casa se ha dado sopas con honda a periódicos nacionales en información, cobertura e investigación. Se ha convertido además en impulso y motor de iniciativas de ciudad y de provincia.

Has visto crecer desde dentro el periódico. Lo tuyo es pura capacidad de adaptación...

En la vieja redacción me impresionó sobre todo el ruido de los teletipos, de los telex, las máquinas... Ahora, en la sede de Promecal no se oye ni una mosca. La capacidad de adaptación a los cambios en la sociedad y la prensa forma parte del ADN del periodista. Pasé de la Olivetti, del blanco y negro y del plomo a los ordenadores, al color y la fotocomposición, pero sin demasiados problemas. Éramos otra generación. Nos adaptamos bastante bien a los cambios tecnológicos, a la digitalización y las redes sociales. No es que sea un as, pero he progresado adecuadamente y me manejo bastante bien en la red. Renovarse o morir. En cualquier caso, aunque en estos 36 años han cambiado las tecnologías, no lo ha hecho nuestra función, la de ser notarios de la actualidad, aunque ahora, quizás con el correo electrónico e internet, se ha eliminado mucho de ese contacto con la gente, algo esencial.

Hay que destacar que tus inicios en Diario de Burgos se remontan a tu época universitaria. ¿Cómo surgió ese primer contacto?

Cuando acabé las prácticas el verano que estuve en el Diario, propuse al director, entonces Andrés Ruiz Valderrama, hacer entrevistas a burgaleses que estaban triunfando en sus profesiones en Madrid. Le pareció bien. Fueron varias decenas de entrevistas, entre ellas, a Félix Rodríguez de la Fuente, una semana antes de irse a Alaska. Estar frente a un genio y a un talentoso divulgador al que solo había visto en la pequeña pantalla fue casi una experiencia religiosa. Después supe que fue, por cierto, la última entrevista que concedió en vida. También conocí al dibujante ribereño Máximo San Juan, al recordado director de cine Antonio Giménez Rico...

¿En qué sección del periódico has disfrutado más?

Guardo buenos recuerdos de mi época de información municipal y local, de teletipos, opinión... pero si de una cosa estoy orgulloso es de impulsar la cobertura informativa de la provincia. Las delegaciones de Briviesca y Merindades, por ejemplo, se abrieron en mi etapa como responsable de provincia. Recuerdo que durante muchos años para recibir las fotografías había que utilizar los autobuses de línea o al chófer del presidente Vigara, quien muy amable nos traía los carretes de fotos y, a veces, la crónica, si habían comido en el pueblo. También fui el último director de la Hoja del Lunes, una experiencia bonita y que, sin duda, contribuyó a mi experiencia en la gestión de equipos y organización.

"En la vieja redacción me impresionó el ruido de los teletipos y del telex"

36 años en el mismo periódico. Sin embargo, no te habrán faltado novias…

Alguna que otra, pero nada serio. A veces las proposiciones no vienen en el momento más oportuno. Cuando tienes familia y una hipoteca tienes que sacrificar las ansias de movilidad laboral o de aventura profesional por la seguridad y la nómina. Ley de vida. Después, con los años, por comodidad, por no abandonar tu zona de confort, porque me gusta la ciudad en la que vivo… he seguido en Diario de Burgos. Me he encontrado muy a gusto y considerado y eso se lo tengo que agradecer a todos, empezando por el editor, el consejero delegado, directores, jefes, compañeros... Dicen los regidores que lo más bonito es ser alcalde de tu propia ciudad, pues yo casi lo mismo, siempre quise ser periodista en el decano de Burgos. Un honor y un orgullo para mí.

¿Has sufrido muchas presiones para no publicar determinadas informaciones?

Siempre ha habido y habrá presiones sobre los periodistas y más en una ciudad pequeña como Burgos, en la que es además todos nos conocemos y, desde luego, es más complicado ejercer la crítica. Yo también las he tenido por parte de personas -políticos y no políticos- que iban más allá del "pon que he venido" e intentaron dictarme informaciones. No lo consiguieron. La libertad de prensa y la independencia son sagradas para mí y también para esta casa. Es un principio que además me inculcó Manuel de Unciti, cura y maestro de periodistas, en la residencia Azorín y lo he seguido a rajatabla siempre.

¿Te ha quedado alguien pendiente de entrevistar, alguien que se te haya resistido?

He hecho cientos de entrevistas y nadie se me ha resistido. Soy muy persuasivo, si no que se lo pregunten a Eudald Carbonell o al resto de los codirectores de Atapuerca, cuando les 'perseguía' para que me contaran los hallazgos, en especial, cuando dieron con los huesos del Anteccesor. Además, ser periodista de DB pesaba mucho y sigue pesando, no sólo en Burgos, sino en Castilla y León. Muchos políticos se prestaron con amabilidad a mis preguntas. También alcaldes de pueblos, escritores, artistas, cineastas... y personas normales. Esto es lo más bonito. Hacer feliz a gentes hasta entonces anónimas o casi.

Diario de Burgos se ha convertido en impulso y motor de iniciativas de ciudad y provincia"

¿Qué tienes pensado hacer a partir de ahora?

Aunque suene un poco manido, dedicar más tiempo a mi familia. Ya sin las presiones del tiempo, seguir escribiendo alguna columna -si me dejan- y, si se tercia -no quiero ser muy pretencioso- algún libro. He tenido hijos, he plantado árboles y sólo me faltaría eso... Por supuesto, pasaré más tiempo en el pueblo, disfrutando de la naturaleza, cazando, viajando cuando podamos y no haya restricciones. También estoy pensando en retomar en la UBU los estudios de Historia que comencé en Madrid. Veremos...

Puestos a soñar, ¿qué noticia te habría gustado firmar?

Muchas. Una en especial, que todos estamos vacunados, que el coronavirus ha desaparecido de nuestras vidas y que la pandemia ha dejado de matar a miles de personas. También me encantaría haber dado la noticia de la erradicación del hambre, de muchas guerras y masacres. Más en clave burgalesa y de heremoteca, que Burgos hubiera sido finalmente la capital de Castilla y León -se perdió una ocasión de oro-, que la AP-1 se hubiera liberado hace dos décadas, que el trazado del AVE se hubiera construido en línea recta por Aranda y sin retrasos, que hubiera ya una autovía hasta Logroño o que no se hubiera tardado cuarenta años para regular el Arlanza con la presa de Castrovido...