Una locución latina (o latinajo, según...) 'tempus fugit' (el tiempo vuela), viene que ni pintada para despedir a 2023, el 'añoviejo' al que esta noche daremos el adiós junto con familiares y amigos; con las uvas de la suerte y el cava. Lo que será también la bienvenida del nuevo año -2024-, que se asoma a nuestras vidas como una página en blanco con muchos interrogantes a descubrir.

Tiempo habrá para hacerlo, porque en la espera a las campanadas, quisiera compartir algo para mí muy malo del acontecer arandino, que se me ocurre destacar de los últimos 365 días. Empezando porque 2023 ha sido, si no la tumba, una losa para la actividad comercial/tradicional arandina. Comprendo que no es solo aquí, pero a mí me duele Aranda.

Recordando a nuestra villa tiempo atrás, con iluminados y atractivos establecimientos y escaparates de muy diversos sectores y contenidos, y compararlos con el momento actual de cierre (por cese económico, jubilación, no sucesión familiar, peatonalizaciones y no poder aparcar,... sumado a la proliferación de los súper de barrio, los mayores -con abundantes plazas de parking-, los Corte Inglés chinos,... y -muy principalmente- las ventas on line con precios muy competitivos, entregas rápidas y transporte a domicilio con tropecientas furgonetas de reparto), la suerte está echada para desgracia del comercio de proximidad. Una situación dolorosa y muy complicada.

Conlleva que las calles céntricas estén con muchos locales comerciales vacíos (en el resto, igual). Una estampa muy negativa llena de 'se vende o alquila', en la que juntos (Ayuntamiento, empresariado, sindicatos...), han de trabajar ¡a destajo!

PD.- Lo mejor de 2023 del acontecer arandino, por lo que supone de esfuerzo y creatividad continuada, ha sido el barrio de Santa Catalina, con acciones de las asociaciones de Comerciantes, de Vecinos y voluntarios, que están cambiándolo todo. ¡Gracias y enhorabuena!