Los fuertes olores que en el último mes invaden algunas viviendas de Bañuelos de Bureba han provocado un giro inesperado en las inversiones municipales. Tras realizar una pequeña investigación para dar con el problema, las causas que generan el mismo tienen un culpable claro: un gran sauce llorón. Sus raíces se han expandido con el paso del tiempo hasta penetrar en las antiguas tuberías de cemento de la calle próxima a la Escuela Benaiges, provocando su desplazamiento y, por ello, el deterioro de la red de saneamiento.
«Las aguas fecales no van por donde tiene que ir y ahora mismo siguen el curso que quieren», declara con preocupación José María Díez, alcalde de la localidad. A pesar de que el pasado año descubrieron gracias a la pavimentación de una vía que la raíz de un chopo había crecido tanto que se había incrustado en un puente de piedra, sin llegar a generar un contratiempo tan grave, esta vez han tardado en dar con él. El regidor confirma que «no afecta a toda la red», solo a un tramo, el suficiente como para que el presupuesto del año -que asciende a 145.142 euros- vaya «destinado íntegramente a abrir esa vía para sustituir las tuberías», expone. Será necesaria la aportación económica de la Diputación Provincial (Planes Provinciales) para hacer frente a una inversión que rondará los «40.000 o 50.000 euros, no demasiado alta para un gran Ayuntamiento, pero enorme para un pueblo como este, que nos resultaría imposible asumir por nuestra cuenta», añade.
Atajar con ello dejará de lado otras intervenciones previstas en el ejercicio actual, como el asfaltado de algunas de las calles que presentan un estado muy deteriorado y urgen una mejora. «Para todo no nos llega y nos vemos obligados a priorizar», se lamenta el regidor.
La intención es ejecutar las obras con la «menor brevedad posible» y acabar con los malos olores antes de la llegada de los veraneantes. Por el momento, las viviendas ubicadas en el entorno afectado se encuentran cerradas, pero los «propietarios no tardarán en llegar. Eso me preocupa porque la situación es bastante desagradable», declara Díez, que «no puede ofrecer» a los habitantes ninguna otra solución para evitar el malestar que supone un atasco de tuberías de este calibre hasta que los trabajos comiencen.
Aguas pluviales. Otra de las situaciones engorrosas y cada vez más habituales -sobre todo en los meses de primavera y verano- las generan las lluvias torrenciales. La corporación pretendía presentar un proyecto a una convocatoria de ayudas que lanzó la administración provincial para realizar una ampliación de la red de aguas pluviales y evitar así inundaciones en la zona baja del pueblo, pero finalmente no acudirán a la ayuda. La falta de tiempo y medios para redactar una memoria ha sido el desencadenante para «dejar de lado» la idea.
Cada vez que cae un fuerte chaparrón y el agua desciende sin control por la ladera donde se ubica la iglesia hasta el centro de Bañuelos, se forma una «gran riada» por las calles que impide la circulación de vehículos y personas, afectando también al exterior de las casas y a las tierras de cultivo.