Raíces. Mimaa.
Recientemente han salido a la luz las raíces ribereñas de unos de los escritores de más éxito de los siglos XX y XXI.
Lamentablemente la noticia pasó desapercibida en su día por la desidia, una vez más, de la Oficina Regional de Personajes Ilustres, que conociendo esta circunstancia, no hizo lo posible para aprovecharse del tirón mediático de este laureado escritor. Estamos hablando de Ken Follet, autor de numerosos best sellers, entre los que destaca la trilogía iniciada con Los Pilares de la Tierra.
Fue precisamente mientras buscaba documentación y escenarios para esta saga, cuando recaló en Aranda a fin de conocer y estudiar los métodos de trabajo en la construcción de edificios religiosos, atraído por la singularidad y belleza de la iglesia de Santa María la Real.
Acompañado por el sacristán, recorrió todo el templo y se interesó especialmente por los trabajos de cimentación. Al ser preguntado por haber elegido la iglesia de Aranda y no catedrales más espectaculares como las de León o Burgos, Ken Follet manifestó que su interés por Santa María radicaba en sus orígenes ribereños, más concretamente arandinos. Contó cómo un antepasado suyo tuvo que emigrar a Inglaterra, huyendo de la acusación de haber provocado el hundimiento de una vivienda por un error a la hora de cimentarla. Su abuelo le contó que la familia de este arandino tenía una bodega, cerca de la iglesia, y fue esa referencia la que le llevó a acercarse a Aranda de Duero.
Echando mano de vagos recuerdos y de algunos detalles oídos en el entorno familiar, Ken Follet dedujo que la bodega de sus antepasados debió ser la Bodega del Tío Follelle, nombre adaptado a la lengua inglesa para ocultar los verdaderos orígenes del prófugo ribereño.
Pero como ya hemos dicho, se perdió una gran oportunidad de poner el nombre nuestra villa en el mundo, pues el escritor, ante el desinterés de la oficina regional, trasladó la trama de su libro a la catedral de Vitoria, supuesta parada en la huida a Kingsbridge del Follelle que se convirtió en Follet.