Carlos de la Villa

Aguas Abajo

Carlos de la Villa


Mis canciones

19/10/2024

Never marry a railroad man. Shocking Blue.

Estos días nos visita una buena amiga, la directora del Museo Étnico de Neuquén, en la Patagonia argentina. Es una entusiasta de los juegos tradicionales, como yo, y desde hace más de cinco años venimos colaborando en diferentes proyectos: charlas, edición de libros, intercambios de piezas de museo...

Stela, que así se llama esta amiga, no sólo ha venido a conocernos. Ha aprovechado también para hacer una inmersión cultural, turística y gastronómica en nuestra comunidad, esta tierra que atesora más patrimonio de la Humanidad que muchos países del mundo.

Y como siempre que recibimos una visita con un mínimo de curiosidad, me toca ponerme colorado intentando explicar la terrible, vergonzosa y cruel paradoja que supone vivir en una ciudad con dos estaciones de tren y ningún servicio de pasajeros por ferrocarril. 

No me digan que no tiene guasa la cosa. Por decirlo de una manera suave. No sé quién será el responsable de semejante atropello a los derechos de movilidad de la ciudadanía arandina y ribereña, pero de lo que sí estoy seguro es que los tiene que tener cuadrados.

Por culpa de semejante mastuerzo tengo que ponerme colorado y explicar a mi amiga que para ir de Aranda a Segovia  en tren, tiene que subirse a uno de los pocos autobuses que salen en dirección a Burgos o Madrid, y de allí otro tren a ver el acueducto. Con un poco de suerte puede ir y venir en el día. Otra cosa es que le dé tiempo a visitar algo.

Recuerdo los tiempos en que teníamos dos estaciones en activo. No teníamos aun la de autobuses pero los Jardines de don Diego y alrededores eran un hervidero de viajeros con la Continental, la Sepulvedana, el Albarrán y otras compañías de transporte. ¡Qué tiempos! Dan ganas de llorar.

Así que ya sabes; Nunca te cases con un ferroviario, que nunca estará en Aranda.

De los autobuses ya hablaremos, que esa es otra.