Cuando llegue noviembre de 2018 las barreras de la autopista se levantarán y, «con pequeñas obras de adecuación en las playas de peaje», la AP-1 se convertirá en autovía. Así, sin más. El Ministerio de Fomento no ha iniciado estudio informativo alguno ni ningún proyecto para dotar de más enlaces de los ya existentes a la infraestructura viaria. Así que cuando se liberalice -ningún responsable político ha hablado de prorrogar más la concesión- absorberá todo el tráfico de la Nacional sin necesidad de reforma alguna.
Lo dice el Ministerio textualmente. «Actualmente la autopista AP-1 es una infraestructura que tiene capacidad suficiente para absorber el tráfico de largo y medio recorrido que actualmente circula por la N-I», responde Fomento a este periódico. En estos momentos en torno a 10.000 vehículos circulan de media a diario por la Nacional y una gran cantidad de ellos pasarían a hacerlo por la autopista cuando sea gratuita. Además, el departamento agrega que todos los nuevos usuarios de la futura autovía realizarían su viaje «en unas condiciones de seguridad mucho mayores que las ofrecidas por una carretera convencional». Y sin una sola reforma. Cabe recordar que el pasado año la carretera registró 6 muertes en accidente de circulación pero es que en la autopista hubo que lamentar cinco, con menos tránsito de vehículos que el que se avecina a finales del año 2018.
Una vez finalizada la concesión y con pequeñas obras de adecuación de las playas de peaje, «se podrían abrir las barreras y la AP-1 absorbería la mayor parte del tráfico circulante por la N-I sin la necesidad de disponer nuevos enlaces», señala Fomento. Por si no todo marcha conforme a las previsiones del Ministerio, «una vez se vea el funcionamiento de la nueva autovía, se estudiarán posibles actuaciones en función de las necesidades que puedan surgir». Pero solo a posteriori, no hay ningún plan de conectar la gran infraestructura con la Nacional en ningún punto, más allá de los que ya existen. A saber, Rubena, Briviesca, Pancorbo y Miranda de Ebro. Ni tampoco la idea de construir algún carril más en tramos donde se producen embotellamientos en temporadas de gran afluencia de vehículos. Retenciones que se recrudecerán al soportar más circulación dentro de 2 años y medio.
Puntos alejados
Las distancias entre los actuales enlaces de la de la AP-1 son considerables. Entre Rubena y Briviesca hay 40 kilómetros. ¿Qué ocurre con los vecinos de los pueblos que hay en ese trayecto? ¿Tendrán que seguir usando la Nacional? ¿Y los negocios que viven de los transportistas y la gente que viaja de vacaciones? ¿Morirán? La capital de la Bureba y Pancorbo están separadas por 25 kilómetros. ¿Sucederá lo mismo en este caso?
No parece razonable. Los alcaldes de los pueblos entienden que no se pueden construir entradas y salidas a todas las localidades pero no se conforman con las actuales. La Plataforma de la N-I ha dicho en más de una ocasión que deberían habilitarse cuatro nuevas conexiones: en La Brújula (Monasterio de Rodilla), en Castil de Peones (para conectar con la carretera de Villafranca Montes de Oca), en Briviesca (para comunicar con el polígono) y en Cubo de Bureba (para unir la autopista con la N-232).
Sería lo ideal, qué duda cabe. El alcalde de Monasterio, Antonio José Ibeas, considera que «el acceso por el alto de La Brújula» resulta esencial para que los negocios del área de servicio situada allí «no se vean abocados a cerrar». Igual que los establecimientos hosteleros del casco urbano del pueblo, «que viven sobre todo del transporte y los veraneantes». El dueño del hostal restaurante Hermanos Gutiérrez, Gonzalo Gutiérrez, asegura que el acceso no costaría más de 340.000 euros, «pues la distancia entre la autopista y la N-I es solo de 50 metros».
Pero es que en ese entorno, señala el propio alcalde, es necesario otro enlace que una la N-I, la futura autovía y Villafranca Montes de Oca, por donde discurrirá en el futuro otra gran autovía, la de Logroño. Y ese enlace hay que hacerlo en el entorno de Castill de Peones. «Lo que no puede ser es que los vehículos se hagan 20 kilómetros más para coger la futura A-12 en Burgos o se tengan que salir en Briviesca y hacer otros 20 por la Nacional», explica el dueño del cámping restaurante Picón del Conde, Pedro Fasseler.
En Calzada de Bureba también hay otro área de negocios que peligra. El alcalde de Fuentebureba, Indalecio Sáez, no es nada optimista y cree que Fomento ni siquiera va a liberalizar la autopista en 2018. El Ministerio ni siquiera ha sido capaz de aceptar la sugerencia de llevar a cabo otro acceso desde el nuevo trazado de la Nacional hacia esa zona de servicios. La conexión se produce «un kilómetro antes, cuando ni se ven los negocios y con un puente en el que los camiones no pueden ni girar, no hay ángulo», protesta del dueño del taller Autofergo. Ha propuesto construir un carril de desaceleración medio kilómetro más adelante que comunique con la rotonda que constituye la segunda y más segura entrada a la población. Pero nada. Por cierto, que en esa glorieta desemboca la carretera de Zuñeda, localidad que «debería quedar conectada a la futura autovía para unirla a la N-232, la carretera nacional que conecta con La Parte de Bureba, Cornudilla, Oña, hacia Cantabria».
David García | Cantina de Monasterio
«Si no hay conexiones el negocio no prosperará»
David García Díez pujó por la concesión de la cantina de Monasterio hace un año y por ahora no se queja. No le va mal. De hecho prevé abrir el estanco en breve. Ahora bien, si cuando la autopista se liberalice no se conecta con la Nacional, «el negocio no prosperará». «Tendremos que cerrar, porque dependemos de los transportistas y los veraneantes», explica. Ahora bien, es desconfiado y no cree que el Ministerio elimine los peajes sin más en noviembre de 2018. De hacerlo, exige que la autovía quede conectada a La Brújula.
Mariano Silvio Rus | Restaurante Juani de Monasterio
«Este año no ha sido bueno;así que no quiero imaginar qué sucederá en 2018»
El propietario actual del Restaurante Juani -en la travesía de Monasterio de Rodilla- cree que después del verano dejará el negocio, «ya que el año no ha ido nada bien». Así que tiene claro que si el pueblo se queda sin comunicación directa con la futura autovía «los negocios morirán». Tuvo restaurante en Cañizar y en Vivar del Cid, lugares que abandonó en la creencia de que en Monasterio le iría mejor. «Pero he ido a peor», explica apesadumbrado Mariano Silvio Rus, un rumano que se hizo con el establecimiento hace tres años y medio y no ve el momento de quitárselo de encima. «Esperaremos al verano, que es cuando más gente viene», confía.
Pedro Fasseler | Cámping Picón del Conde de Monasterio
«No podemos acercar las ciudades a costa de distanciar los pueblos»
El cámping Picón del Conde -en la salida de Monasterio de Rodilla hacia Briviesca- cuanta también con alojamiento y restaurante. Su dueño, Pedro Fasseler, considera que esta zona ha de estar conectada con la autovía, pero no por la supervivencia de su negocio -en parte sí depende del transporte- sino por «respeto a los habitantes de la comarca». «No podemos acercar las ciudades distanciando los pueblos», enfatiza. Además, considera prioritario que la N-I enlace en ese punto con la AP-1 a fin de conectar después con la autovía de Logroño, cuando ésta esté operativa. «Si no se hace los coches tendrían que recorrer muchos kilómetros bien a Burgos o Briviesca».
Gonzalo Gutiérrez | Hostal en La Brújula
«Unir la autovía con La Brújula solo costaría 340.000 euros»
Gonzalo Gutiérrez es propietario en La Brújula del hostal restaurante Hermanos Gutiérrez, del que dependen gran parte de la familia y una decena de empleados. Otros negocios a su alrededor han cerrado en los últimos años, pero él resiste. Ahora bien, es consciente de que su futuro pasa por que La Brújula quede unida a la autovía. «Solo habría que trazar un vial de 50 metros y la obra no costaría más de 340.000 euros, según los cálculos que hizo una constructora», indica. Además, defiende, Fomento no puede dejar morir «una zona donde aparcan cada noche más de 200 camiones».
Jesús Labarga | Taller Autofergo de Calzada
«El acceso aquí es muy malo incluso desde la variante;los camiones no pueden girar»
El taller Eurofergo se ubica en el área de servicios de Calzada de Bureba, localidad dependiente del Ayuntamiento de Fuentebureba. El Ministerio ya ha hecho la puñeta a los negocios al construir la variante, pues ha dejado la entrada a quienes circulan en dirección Miranda «en un puente de anchura mínima por donde no pueden maniobrar los camiones». Así que la afluencia de transportistas ha caído mucho. Jesús Labarga, empleado, opina que debería haber una conexión con la autovía a través de Zuñeda, población junto a la cual pasa la AP-1. «Es la manera de unir esa infraestructura con otra carretera importante, la N-232, por la que se va hacia Oña, Quintana de Valdivielso, hasta Cantabria», recuerda.
Antonio García | Restaurante Julio de Calzada
«Si no hay enlaces con la AP-1 ya sería la puntilla a los negocios»
El restaurante Juli (Calzada de Bureba) tiene 25 años de historia, pero su titular, Antonio García García es muy pesimista sobre su futuro. No hace mucho que allí trabajaban más de una decena de personas, pero con la clientela que acude actualmente «es muy difícil de mantener la actividad». La nueva variante le ha hecho mucho daño, pero «si no se construyen los accesos a la futura autovía sería la puntilla», reconoce. No obstante, opina que el Ministerio de Fomento no va a liberalizar la autopista, porque «supondría mucho en gastos de mantenimiento para el Estado», asegura. Aun así Antonio está más por abandonar este negocio con el objetivo de montar otro en algún otro lugar «con más futuro».