Katalogoa euskaraz irakurri nahi dut ... - Dijo, mientras la bibliotecaria quedaba colgada de la admiración como de un signo de interrogación... El joven había buscado unos libros pero la página de Internet emergía en inglés, y él, en esa pretenciosa universidad de la Corte, exigía al menos una lengua ibérica para poder acceder a los textos. Lo tomaron a broma... Y, sin embargo, lo decía en serio... ¿Por qué tenían que manejar la lengua anglosajona y no otra de las tierras de España?
Comentándolo con los amigos, de varias zonas del país, le dieron el argumento definitivo: ¿tú sabes lo que costaría pagar que hubiera siempre alguien para hablar en catalán, vasco y gallego, por ejemplo, en cada institución... Que todo estuviera traducido...? Por eso se usa como lengua vehicular la que está extendida por todo el territorio nacional desde hace siglos, el español, sí, castellano, que todos pueden entender y deben aprender para poder salir del valle e ir a otro monte pudiendo comprender.
Ahora nacionalistas catalanes o vascos luchan contra la «imposición legal del castellano», la que los une a tantos millones de personas en América y en el resto del mundo, reclamando la extensión de las propias, lenguas regionales, también al Congreso de los Diputados, a la radiotelevisión española, etc. Y todo ello para evitar la «discriminación lingüística».
El paso siguiente, sería, por qué no, que cada empleado público tuviera que conocerlas todas, como en Suiza al parecer sucede, que todos aprenden francés, alemán, italiano... El romanche grisón vino después. Pero no todas las lenguas tienen el mismo poder. Con francés uno puede leer grandes textos de la cultura universal, como con el italiano o el alemán, no es lo mismo con el romanche... Todas las lenguas no son iguales ni han producido iguales monumentos literarios; las lenguas no tienen, como los objetos, sillas, mesas..., derechos. Son las personas quienes pueden tener derecho a expresarse de un modo u otro. Quien habla francés hallará que en muchos países le podrán comprender, en África, en América, en Europa y hasta en Asia... Con el romanche no sucederá.
Y, mientras tanto, lo veo en mi universidad, cada vez más se impone el inglés como si fuera casi lengua oficial, pues a veces se exige trabajar con ella, en vez del catalán, que es lo que habla el denostado presidente de la Generalidad, Mas. Mas no hemos de quedarnos acá o allá. Seamos prácticos, pues las palabras son útiles, artefactos diseñados para comprendernos, más que para desentendernos o insultarnos. Pagar en estos tiempos los estudios de funcionarios que aprendan fuera de territorios vascos, catalanes o gallegos las lenguas de ellos puede ser un dispendio monumental cuando tantos están en la calle sin techo y mendigando un pedazo de pan en vasco: pikutara joan zaitezke.