Azul, pero muy serrana

B.A. / Burgos
-

La muralista Leticia Mandrágora, madrileña criada en Nápoles y con raíces en Quintanar, ha pintado enla localidad un mural en homenaje a la mujer de la comarca, «contemporánea y cargada de tradiciones»

El mural ocupa toda la fachada lateral de un edificio de la calle Iglesia, en la entrada a Quintanar de la Sierra desde la CL-117. - Foto: F2estudio

La piel azulada es una de las señas  de identidad de las mujeres hiperrealistas que Leticia Mandrágora ha creado en fachadas de medio mundo. Retratos cargados de femineidad, sensualidad, verdad, pero con un algo que a la vez les convierte en obras etéreas y delicadas. Roma, San Francisco, Buenos Aires, Santiago de Chile o Miami son algunas de las ciudades en las que durante estos últimos 15 años ha dejado su impronta la reconocida artista urbana que hoy presenta en Quintanar el mural en el que lleva días trabajando y que dará la bienvenida a quien acceda a la localidad. En él,  a pesar de ese tono añilado, se atisba una tez y pelo moreno, unos ojos oscuros y ese porte que da el carácter serrano, frío y cálido a la vez.  

Así es, en una pared de 15x15 metros de un edificio de la calle Iglesia, a la entrada de Quintanar desde la CL-117, la interpretación que Leticia ha trazado de la mujer serrana. «Una mujer que mira de frente y que te sigue con la mirada. Una mujer cargada de tradiciones, pero contemporánea, fuerte y que apoya los ideales del respeto femenino», cuenta la artista, de padre italiano, pero con madre de origen burgalés. «Mis abuelos proceden de Palacios, pero se fueron a Quintanar. Aquí he pasado muchos veranos y tengo familia», comenta la mujer, que nació en Madrid en 1988 pero que se ha criado en Nápoles, en cuya universidad estudió Biotecnología Farmacéutica.  

Leticia ha vestido a su serrana con mantón y pendientes, dibujos que parten de objetos reales que le han prestado como inspiración algunos quintanaros y que aportan colorido al conjunto. «He buscado piezas que fueran identitarias. Un vecino me prestó para que los viera unos  pendientes que habían sido de su bisabuela», relata Leticia, para la que es fundamental esa conexión con la población que va a disfrutar a diario de su dibujo. «No me gusta solo el sentido estético de mis obras, sino crear una comunicación directa con los habitantes de la zona donde voy a trabajar para que se sientan partícipes de la obra.  De esta forma relata también todo el proceso que hay antes de la conclusión del mural», explica la artista, que trabaja siempre con spray.