El HUBU ha decidido duplicar la inversión anual para la contratación de las máquinas que permiten a los pacientes cuyos riñones ya no tienen la capacidad de depurar la sangre por sí mismos replicar la técnica que se utiliza en el hospital. Así, pagará 1,8 millones en los próximos dos años, frente a los menos de 800.000 que costaba hasta ahora este servicio, por dos motivos de peso: los constantes incrementos de la demanda desde el final de la pandemia (se ha pasado de 4 pacientes en hemodiálisis domiciliaria a 25) y, según información de la memoria justificativa del contrato, también a la ausencia de «medios propios suficientes para prestar a pacientes de insuficiencia renal crónica el tratamiento de diálisis sustitutivo».
Hace tiempo que en Nefrología advierten de que el aumento de las personas con insuficiencia severa en los riñones no solo es un problema de salud pública de primer orden (solo en Burgos se ha producido un alza del 33% en diez años, hasta las 209 que necesitaban terapia sustitutiva en el 2023), sino para el servicio en sí, porque tiene un número limitado de puestos de diálisis (31 en el HUBU, 12 en el Santiago Apóstol y ninguno en Aranda, donde se externaliza) y lo habitual es citar a los pacientes tres días a la semana, durante cuatro horas por sesión. Las posibilidades de generar más turnos de asistencia son escasas.
Esta situación coincide con el hecho de que la hemodiálisis domiciliaria no solo es más cómoda para el paciente, que se evita prolongadas estancias en el hospital y larguísimas esperas para los desplazamientos, sino que da mejores resultados. El porqué se explica en las características del servicio: los pacientes pueden conectarse a la máquina que asume la función de sus riñones más días -durante menos horas que en el hospital- y, por tanto, consiguen depurar más su organismo. Y esto, a su vez, les ayuda a llevar una vida más 'normal', porque pueden seguir trabajando, pueden viajar, pasan más tiempo con la familia y también tienen algo más de flexibilidad con respecto a los alimentos que pueden ingerir. Así, las analíticas de los pacientes suelen mejorar y, lo que también destacan siempre los nefrólogos, ganan en calidad de vida.
También justifica el mayor importe en la «ausencia de medios propios suficientes» para dar la diálisis
Por todas estas razones, hace muchos años que Nefrología del HUBU introdujo la hemodiálisis domiciliaria, que desde el final de la pandemia se potenció con una consulta específica con médico y enfermero las 24 horas del día y un espacio concreto en el servicio para la preparación previa. Así, con cada persona interesada en depurar su organismo en casa -y con condiciones para ello- se inicia un proceso formativo personalizado hasta que en Nefrología se considere que está preparado para hacerlo por su cuenta en el domicilio. Y, una vez que se atreve a hacerlo en casa, hay apoyo desde el servicio del HUBU.
De todo este proceso son testigos quienes acuden a dializarse con la técnica convencional del hospital y, como destacan los nefrólogos, comprueban que las idas y venidas a la Unidad de Diálisis no tienen por qué ser de por vida o, al menos, hasta que se consiga un trasplante. Al revés, en los últimos años han observado que se puede adaptar la diálisis a la vida y no al revés.