Juan Francisco Lorenzo

Pensar con los ojos

Juan Francisco Lorenzo


Recuerdos

18/03/2024

Hace tiempo que desconfío de mis recuerdos, y no porque esté perdiendo la cabeza, que de momento sigue en su sitio, sino porque cuando tengo la ocasión de verificar alguno, como visitar algún lugar frecuentado en mi infancia, la imagen no coincide con el recuerdo que de aquel lugar tenía y que a mí se me antojaba incontestable. Es más, a veces la distorsión es notable. Quizá por eso deberíamos ser cautos a la hora de recrearnos en el universo de los recuerdos que tenemos, no vaya a ser que sean ellos quienes nos tienen a nosotros. 

Supongo que esto sucede en lo personal, en los asuntos biográficos que trazan el mapa de nuestra vida, aquello con lo que nos identificamos justificando que somos como somos porque el mundo me hizo así, como decía Jeanette en su canción Soy rebelde, seguro que muchos la recuerdan.
Para lo público, afortunadamente tenemos las hemerotecas. Ahí también la memoria puede sernos esquiva, pero algunas cosas no se olvidan y, si se olvidan, basta con ir a la memoria escrita que custodia el pasado para rememorar hechos vividos, como ha sucedido esta semana con el 11-M pasados 20 años, recordándonos lo que aquello fue, lo que no fue, y el impacto que tuvo en nuestro país en muchos aspectos. 

La realidad no se construye con mentiras, y levantar un edificio de mentiras con 193 muertos es algo nauseabundo de lo que unos cuantos se alimentaron, y siguen insistiendo con el mantra de repita usted esto hasta que sea verdad. O al menos, que lo parezca.

No quiero pensar que estamos hoy rodeados de más mentiras que antes, la mentira vive entre nosotros desde Adán y Eva, incluso ellos son mentira, pero se ha estilizado la capacidad de maquillarlas y difundirlas, el mal arte de confundir suplantando el conocimiento por opinión, por muy autorizada que sea la opinión y provenga de algún experto. 

Y sí, algunos deberían pedir perdón, pero no lo harán, porque están por encima de lo humano, o mejor dicho, por debajo. Me pregunto si aquella mentira no se podría calificar de terrorismo desinformador, ahora que a todo se llama terrorismo. 

Vaya desde aquí mi respeto a las víctimas y a los supervivientes, que siguen esperando disculpas de quienes deliberadamente les mintieron.

ARCHIVADO EN: Adán y Eva, Arte, 11M