«Esto es España y al que no le guste que se vaya» aparece en la pared de una nave del polígono, dirección Soria. Quizás es un mensaje un tanto radical. Podemos aceptarlo o no, pero es nítido y claro. Después de ver lo que está pasando –y lo que se avecina- creo que, como ciudadanos españoles, debemos movilizarnos, cívicamente, para evitar la ruptura de la Constitución. Porque algunos la quieren romper con trampas.

De todos los artículos periodísticos de juristas y catedráticos del mundo del Derecho que vengo leyendo desde julio en varios medios (leer sólo El País, lo siento, ya no nos vale) se deduce que una ley de amnistía va contra la Constitución. La mayoría de expertos así lo entiende, inclusive desconociéndose todavía su texto real.

Si todas las asociaciones de jueces y fiscales españolas, todas, las más progresistas y las más conservadoras, han criticado los cuatro folios acordados en Bruselas porque se quiebra la independencia del poder judicial ¿No es razonable pensar que esto es un disparate? ¿Prevaricaron los jueces porque procesaron a quienes arrasaron Barcelona e intentaron la independencia? Ahora dicen que no se quiere decir eso. ¿Los jueces no saben leer? Es un texto más denso que el del polígono, pero los juristas saben leer.

De las matemáticas escolares deduzco que, si a una deuda de 75 millones de euros se le perdonan 15 (2,49 billones de pesetas), el 20%, y a otra de 2.000 se le borran 400, el 20%, como la parte restante de ambas deudas hay que pagarla, o sea, hay que mancomunarla, afrontarla entre todos, entonces, quien ahorró se perjudica y quien pidió más préstamos se beneficia. Al final quien ahorra soporta más peso que quien gasta. El ahorrador es cualquier comunidad autónoma y el gastador es Cataluña. ¿A quién se le ocurrió esto? ¿Nos toman por tontos? ¿Y es para avanzar y por la convivencia? Entonces, no.  Así no, galán.