La Sierra de Atapuerca se ha transformado, sin duda, en el gran parque temático de Burgos y uno de los más importantes de España y Europa. Las 1,3 millones de visitas recibidas en los últimos 20 años tras su reconocimiento y protección como Patrimonio de la Humanidad avalan la relevancia de este enclave arqueológico y su peso estratégico en la nueva economía burgalesa, conjugando en un mismo proyecto elementos tan estratégicos como el turismo, el conocimiento y la investigación avanzada. Este entorno natural y agrario surcado por el ferrocarril minero, zona de maniobras militares hasta hace poco tiempo, es visitado cada año por más de 70.000 personas como media, entre turistas, peregrinos e investigadores procedentes de todos los rincones del mundo.
El balance de dos décadas bajo el paraguas de la Unesco podría ser incluso mucho mayor si en este 2020 no hubiese irrumpido con fuerza la pandemia, ralentizando e incluso paralizando la actividad turística y divulgativa habitual en todo el Sistema Atapuerca. Las visitas a la casa del Homo antecessor y su entorno han caído drásticamente por las exigencias sanitarias, al igual que el tamaño de los grupos, que hoy son de 6 personas cuando lo normal es que alcancen las 50. Por todo ello, los números hasta el pasado mes de octubre son desconocidos para este complejo: apenas 11.127 visitantes.
Pese a ello, las investigaciones y el conocimiento en torno a la evolución humana que se genera en Burgos cada año han trascendido la caída de 'taquilla' y han estado de plena actualidad en un momento en el que la enfermedad global nos ha hecho cuestionarnos como especie, lo mismo que están haciendo los investigadores en Atapuerca desde hace 40 años. La voz de los codirectores, Eudald Carbonell, José María Bermúdez de Castro y Juan Luis Arsuaga, se ha escuchado más que nunca en los últimos meses como un referente para explicar lo que nos está ocurriendo.
La calificación de enclave de la Valor Universal Excepcional por parte del Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco supuso un antes y un después para la Sierra. Aunque ya despertaba un enorme interés científico y mediático, antes de la Declaración Universal los yacimientos recibían cerca de 37.000 visitas al año, según los gestores de esta actividad a principios de siglo. Tras el 'sí' de la Unesco, la llegada de público se duplicó hasta los 76.760 visitantes en 2003, el techo máximo logrado antes de la puesta en marcha del otro gran motor de la Sierra, el Museo de la Evolución Humana y la constitución del Sistema Atapuerca, que reúne a todas las infraestructuras y la oferta turística en torno a los yacimientos.
En 2011, ya bajo la gestión de la Fundación Atapuerca, se contabilizaron 86.238 visitantes por la Trinchera del Ferrocarril, la cifra más elevada alcanzada en este complejo arqueológico. En 2017 se volvieron a contabilizar los 80.000 y desde entonces no se ha bajado de los 70.000.
Hoy se cumplen 20 años de la declaración como Patrimonio de la Humanidad de los yacimientos de Atapuerca por la Unesco. Diario de Burgos dedica 22 páginas a analizar este efemérides y el futuro del proyecto de investigación y divulgación