Fue un error reunir a los reyes con los presidentes Sánchez y Mazón en la visita a Paiporta. Bueno, al pack políticos no le salió tan mal, porque los que acabaron dando la cara y respondiendo a la enorme tensión, a las quejas y a las súplicas, fueron Felipe VI y la reina Letizia. Estuvieron ejemplares, es así. En todo caso, a nadie puede sorprender la reacción de los damnificados ante la visita institucional del domingo. Al margen de algunos lamentables excesos y una presunta infiltración de grupos ultras de extrema derecha, lo que vimos es la profunda indignación de quienes han visto arrasadas sus vidas y han perdido familiares.
Cierto es que nadie puede frenar una DANA como la que ha devastado Valencia, pero sí se pudo minimizar consecuencias, y de ahí la tan humana rabia. Las víctimas y los que empatizamos solidariamente con ellas nos preguntamos desde el pasado martes cuántas muertes se habrían evitado de haber enviado a tiempo una alerta. Si no es momento de depurar responsabilidades, al menos ubiquémonos. El propio rey afirmó en la zona cero que «hay mucha intoxicación informativa» y «muchas personas interesadas en ello para que haya caos». Amén. La poderosa verdad es que la AEMET emitió un aviso rojo (significa riesgo extremo) a las 7 de la mañana y la Generalitat Valenciana no hizo llegar la alerta a los teléfonos hasta pasadas las 8 de la tarde, cuando la gente ya se estaba ahogando literalmente. Por si no fuera gravísimo el patinazo del presidente Carlos Mazón, Feijóo, en otro traspiés imperdonable, señaló como responsable del desastre a la Agencia Estatal de Meteorología, apostillando que era un organismo que «depende en exclusiva del Gobierno central». Una bajeza intentar sacar rédito político desde el minuto uno de una tragedia de semejante calibre. Tampoco es para aplaudir, y miro a Sánchez, la tardanza en el despliegue de efectivos en las zonas afectadas, e incluso que no se haya declarado una emergencia nacional a la vista de que a Mazón esta crisis le ha podido pasar por encima. Aun así, lo que no se reconstruirá jamás, ni pronto ni tarde, ni con 10.000 militares ni con 100.000, son las vidas que se han perdido. Muchas, tengámoslo bien presente, no lo olvidemos, se podrían haber salvado.