Compañeros y amigos recuerdan a Juan Ángel Gozalo

M.S. / Burgos
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Periodista todoterreno y de los que dejan huella, trabajó 36 años en Diario de Burgos hasta su retirada, en 2021, aunque seguía como columnista de opinión

Juan Ángel Gozalo -segundo por la derecha-, en 1979 con otros periodistas burgaleses. - Foto: Fede Archivo DB

De los que dejan huella. Así era Juan Ángel Gozalo, periodista todoterreno. Su último director (y actual de este rotativo), Álvaro Melcón, afirma que «es casi imposible abrir cualquier tomo de la hemeroteca de DB y no encontrar alguna información de Juan. Ha hecho, literalmente, de todo. Es historia del Diario, y como tal es historia del periodismo burgalés y de la propia ciudad de Burgos. El cariño y el respeto que ha mostrado siempre por la profesión y por sus compañeros le convierten en un magnífico recuerdo».

Antonio José Mencía, otro de los directores que lo tuvo aquí a sus órdenes, indica que Gozalo «declaraba en una entrevista tras su jubilación que el DB había sido su segunda casa. En su vida profesional, sin duda la primera y casi la única. Aquí estaba cuando llegué y aquí siguió cuando me fui. Era un 'culo inquieto' en su profesión y un burgalés de raza al que costaría imaginarle en otro sitio. Bien sabemos lo que Suni, su mujer, y sus hijas probablemente le echarían de menos en casa por sus largas jornadas de trabajo, pero los que nos quedábamos con él conocíamos de la pasión que tenía por su familia, a la que cuidará ahora -como su fe le enseñaba- desde otros lugares. Era amigo de sus amigos, orgulloso de sus compañeros de Colegio Mayor y de su carrera profesional, a quienes trajo a Burgos en varias ocasiones. Compañero, amigo, hombre bueno». 

Juan Manuel Pérez, periodista en DB, vecino y amigo, dice de él que «no perdió las ganas por escribir y estar en primera línea después de dejar el Diario. Lo demostraba en cada columna de opinión (la última, el 13 de octubre). Nunca faltaba a su cita. Era de los colaboradores más cumplidores a la hora de enviar la columna. Opinaba de todo y a diario encontraba un sinfín de razones sobre las que dejar escrita alguna reflexión, porque, a pesar de la jubilación, mantenía afilado el colmillo para denunciar cuestiones que le resultaban inconcebibles. Tan pronto podía hincarle el diente a la política nacional o autonómica como escribir sobre el soterramiento de la fibra óptica en los pueblos. Y no podía ocultar que el espacio donde escribía se le quedaba corto. 'Que te has pasado con los caracteres', acostumbraba yo a decirle. 'Pues quita el dato que va por debajo de la Plaza Mayor', respondía, y así casi todas las semanas».

Otro amigo, colega en el DB y también vecino en el G-3, Fernando Trespaderne, sufre tan sentida pérdida y afirma que para él «no existían ni horas ni festivos. Era puro nervio, lo que en ocasiones desesperaba a los que no le conocían bien; no descansaba y era persistente hasta el infinito para contrastar o lograr una información... Fue mi maestro y guía en esto del periodismo escrito cuando llegué de la radio, y él me enseñó un oficio que requiere mucho esfuerzo, como el que dedicó restando tiempo a su familia, para obtener no todo el reconocimiento que mereció. En estos días me han venido a la memoria multitud de anécdotas y situaciones vividas con Juan Ángel, con el que salía del Diario en San Pedro de Cardeña y al llegar a La Quinta tenía que dar la vuelta al coche para que comprobara que había puesto bien un pie de foto o el nombre de un alcalde. Este era Juan Ángel, un hombre tenaz, que ha vivido por y para el periodismo, en primera línea y sin rehuir ningún asunto. Este periodista de raza, como sus perros de caza a los que cuidaba con mimo, era un hombre apegado a esta tierra, a su Villanueva Matamala, donde disfrutaba de sus ratos de ocio, cuidando a sus árboles y a esos perros con los que recorría los campos en busca de alguna pieza. Una afición, la de la caza, que aplicó a su oficio de periodista hasta que decidió colgar la libreta y el bolígrafo. Deja un gran legado como persona, ha sido un placer trabajar con él, aunque era capaz de mandar a los agentes de la policía local a buscarme o de localizar el teléfono de Valladolid de mis futuros suegros, que ni yo tenía -entonces no existían los móviles-, para que hablara con un guardia civil sobre un artefacto explosivo en las vías del tren. Este era Juan Ángel, excelente periodista y mejor persona, que seguirá vivo en nuestro corazón y recuerdo; ha marcado una etapa de nuestras vidas».

Otra voz autorizada en memoria, décadas de ejercicio y pasión por el papel es Ana Isabel Angulo, exjefa de Deportes del Diario, hoy jubilada en Zael y que compartió con él miles de horas: «Cucha. Esta palabra no la recoge la RAE, pero todos los periodistas que hemos trabajado y siguen trabajando en Diario de Burgos sabemos de su significado. Era la manera en la que reclamaba atención. Afloraba en sus labios con frecuencia y en la mayoría de las veces provocaba una sonrisa al ser escuchada. Nos unía el amor a nuestros pueblos; hablábamos de la vejez y el cariño hacia nuestros padres y, sobre todo, de las ganas de jubilarnos, especialmente en los últimos años. Lo conseguimos, aunque... Cucha, qué pronto te has ido». 

Serafín García compartió muchas noches de trabajo y de sucesos con Juan Ángel en la sección de Cierre: «Su inesperada muerte me ha causado mucho dolor. Quiero transmitir mi sentido pésame a su mujer, hijas y demás familia».

Inma, 'la de Villafruela' (Inmaculada Pascual), compungida por tan fatal noticia, recuerda que coincidieron tres décadas, que fue su primer jefe y que la enseñó a mirar a los pueblos con la cabeza alta, sin complejos. «Se notaba que los dos éramos de pueblo y presumíamos de ello. Me acuerdo del orgullo con el que compartíamos lo que nos iba deparando la vida más allá del trabajo, como los nacimientos de nuestros hijos y cómo estos iban creciendo y nos hacían mayores, tanto que cada vez queríamos dedicarlos más tiempo. Qué vida más injusta, ahora que tenías todas las horas del mundo... Juanito, un abrazo y hasta la vista».