Hace exactamente un año que Maaike, Tibor y las pequeñas Trisa y Riva -de 9 y 8 años- disfrutaron de sus primeras vacaciones en la desconocida Bárcena de Bureba como propietarios. Felices y con la ilusión de comprobar cómo las ideas que proyectaron salen adelante, regresan a su nuevo hogar. A la construcción de varias balsas en las que se acumula agua y el sistema de riego compuesto por más de 600 metros de tubos que permite que las plantaciones y frutales ya cultivados se desarrollen en perfectas condiciones, se suma la iluminación de algunas de las calles más céntricas y el interior del inmueble de mayor tamaño que transformarán en el espacio para los voluntarios que participen en la rehabilitación de la aldea.
La vivienda de tres plantas ya cuenta con cocina (horno, fuegos y frigorífico) y baño seco, y en los próximos días con puertas y ventanas. El padre de familia, con ayuda de herramienta un tanto rudimentaria, pica las paredes con un martillo para colocar los marcos de color blanco. Las paredes las cubrirán con paja y madera para aislar la vivienda del frío, aunque con el tiempo la calentarán con calefacción.
Gracias a los donativos de algunos vecinos de la zona dejarán amueblada alguna estancia en la que actualmente aglutinan colchones, somieres, sábanas, almohadas, mantas, pequeños muebles y una amplia colección de juegos de mesa. Su intención es dejarla a punto a lo «largo del verano» con ayuda de trabajadores, al igual que su vivienda, en la que ya han pernoctado alguna noche. Durante su última visita de octubre acondicionaron la planta superior como dormitorio, pero la holandesa reconoce que hubo noches en las que pasaron «bastante frío», mientras que en verano apostaron por refugiarse en una tienda de campaña.
Gracias a los donativos de varios vecinos de la zona amueblarán una de las viviendas
Agosto marcará el inicio de una nueva etapa para los impulsores del proyecto del bosque comestible. Mientras la climatología lo permita residirán en el pueblo pero una vez que las niñas comiencen sus estudios en el colegio Mencía de Velasco de Briviesca se trasladarán entre semana a la ciudad. Por contra, Rick, Mirthe y Vos Van Hezik, otra familia holandesa, residirán de continuo en Bárcena, al igual que un tercer matrimonio que viajará sin hijos. Si bien, estos no serán los únicos que abandonarán los Países Bajos para asentarse en la localidad, ya que «esperan recibir a más en 2025 y 2026», declara con entusiasmo la pareja.
La aldea ha pasado del anonimato a la escena pública en cuestión de meses y la adquisición de la mayor parte de los inmuebles por 350.000 euros y los trabajos proyectados ha llegado a oídos de ciudadanos de «varios países», comenta la propietaria. Personas de Ecuador, Holanda, Estados Unidos y España han mostrado su intención de ocupar un inmueble y desarrollar en un escenario único ideas relacionadas con la cultura y el ocio, como conciertos y festivales. Con un sistema de placas solares para producir energía, la instalación de agua potable y una conexión buena a internet confían en acelerar el proceso de repoblación.