Hugo Saeta sabe de sobra que tendrá que patalear. Esa supone unas de las responsabilidades que le han tocado para representar al Ángel en la tradicional bajada del Domingo de Resurrección. No resulta una tarea fácil y por ello ya se ha aprendido los pasos que tiene que dar. «Quitarle el manto de la Virgen y hacer una reverencia», explica muy serio mientras hace memoria de sus tareas.

En la bola que se abrirá el próximo domingo sobre la Virgen no irá solo, le acompañarán dos palomas que tendrá que soltar cuando esté arriba. Aunque aún no lo tiene muy claro, cree que las llamará 'Paco y Lolo', pero hoy duda si le pondrá a una de ellas otro nombre. Cuenta que ya ha ensayado alguna vez, así que está totalmente preparado para subir a las alturas.

Hugo viene de una familia con tradición en la cofradía. Actualmente, su abuelo ocupa el puesto de presidente, «de jefe», dice el pequeño. Pero no sólo eso. Hace unos cuantos años, también se puso el arnés, se metió en la bola bicolor y anunció la resurrección de Jesucristo. «El abuelo Julio fue ángel dos veces», explica.

De carrerilla, el niño se ha aprendido el nombre de las tres cofradías a las que pertenece. «De las Candelas, del Camino del Calvario y del Cristo del Milagro», recita Hugo. Unos nombres nada fáciles de recordar. Además, sus papás, Vero e Iván, le acompañan en esta aventura muy ilusionados.

«Me gusta el balonmano y el fútbol, pero no estoy en partidos oficiales todavía», dice Hugo. Porque con 4 años, no hay nada que le apasione más que jugar. Va al colegio Simón de Colonia y vive en Fuentelcésped, así que viene a clase en autobús, que también le encanta. Confiesa que en el pueblo se lo pasa genial, porque puede correr y jugar por todas partes. Cuenta que tiene un hermano más pequeño, que se llama Liam y que tiene solo un añito, aunque pronto cumplirá dos.

Una tradición única. Hugo se convierte en un nuevo Ángel para una de las tradiciones más especiales de la comarca. Muy pocas localidades celebran la 'Bajada del Ángel', un acto en el que un niño o niña de corta edad descienden hasta la figura de la Virgen María para retirarle su manto de luto y anunciarle que Cristo ha resucitado. El próximo domingo, 20 de abril, la plaza de Santa María acogerá un año más este acto cargado de simbolismo e historia.