El número de autónomos en Aranda crece pero lejos de su máximo

L.N. / Aranda
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La capital ribereña suma varias aperturas comerciales repartidas por zonas como la avenida Castilla o la plaza San Antonio, a diferencia del sector hostelero, donde persisten las dificultades para hallar personal

Imagen de archivo de un local en alquiler en el centro de Aranda. - Foto: I.M.L.

Tras casi una década de descensos paulatinos, el número de trabajadores autónomos en Aranda de Duero ha roto la racha negativa. El mes de agosto deja un aumento de 21 empleados por cuenta propia hasta sumar un total de 2.524 en comparación con los 2.503 que había en el mismo periodo del año pasado. Según reflejan las estadísticas del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, con esta leve subida se corta la sangría que comenzó en 2015 y que se ha prolongado hasta este momento con constantes bajadas y escasos repuntes. 

A pesar de este aumento interanual, la cifra total de autónomos en la capital ribereña sigue lejos del máximo que se registró en agosto de hace nueve años, con 2.720 afiliados al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos. Después, se produjo una caída hasta los 2.672 en 2016; luego a 2.644 en 2017; de ahí a 2.594 en 2018; más tarde a 2.568 en 2019 y finalmente a 2.549 en 2020. En plena pandemia de coronavirus, se contabilizó una subida hasta los 2.603 empleados por cuenta propia. Sin embargo, la alegría duró poco y tanto en 2022 como en 2023 llegaron más descensos: primero a 2.561 y luego a 2.503. 

En lo que va de año, la evolución también ha resultado desigual. Desde enero hasta mayo, el número de autónomos en Aranda fue a más hasta situarse en 2.542, pero luego se han encadenado tres meses de ligeras bajadas con 2.533 inscritos en junio, 2.527 en julio y los citados 2.524 de agosto. Sea como fuere, ahora se contabilizan 14 trabajadores por cuenta propia más que cuando comenzó 2024. 

En líneas generales, el sector del comercio, uno de los que más autónomos suelen concentrar, ha sumado varias aperturas en los últimos meses que se reparten por la avenida Castilla, las céntricas calles Barrionuevo y Santa Lucía, así como la plaza San Antonio. Además, en algunos casos se han reabierto locales que llevaban años cerrados. Por su parte, el presidente de la asociación de comerciantes del barrio de Santa Catalina, Juan Carlos Quintana, subraya el dinamismo de la calle Santiago, «donde siempre aflora algún negocio», sobre todo, si está ligado a servicios como pueden ser informática y nuevas tecnologías. A su juicio, esta arteria tiene atractivo porque hay aparcamiento disponible. 

Mientras, en el resto del barrio cuesta encontrar relevo a comercios que han funcionado durante décadas pero que ahora, con la jubilación de sus responsables, están condenados a bajar la persiana. «Se acaba de cerrar una ferretería en la calle Pizarro porque no tiene relevo. Y eso que no hay prácticamente ferreterías en Aranda y que toca ir hasta el polígono industrial», describe Quintana, mientras defiende que «antes de que se produzca un descenso mayor (en el número de autónomos) se deberían apoyar nuevas iniciativas», por ejemplo, con cuotas más bajas durante los primeros años. En este sentido, lamenta que «apenas hay nuevos autónomos entre los jóvenes», a los que ve «más pendientes de hacer oposiciones o entrar en una multinacional, en lugar de innovar». 

En el caso de la hostelería, persisten las dificultades para encontrar mano de obra. De hecho, en multitud de establecimientos de todo Aranda hay carteles con ofertas de trabajo que permanecen vacantes durante meses y meses. Apenas se contabilizan aperturas, como mucho algún traspaso o jubilación que sí ha hallado relevo. 

A menos en Roa. Mientras, en Roa de Duero el número de autónomos ha pasado de los 240 que se contabilizaron hace una década a los 221 de este momento. En lo que va de año, los altibajos son la constante. Así, de los 230 inscritos que había en enero, se bajó a 223 en abril, la cifra remontó a 225 en mayo y volvió a caer a 219 en julio. El alcalde de esta localidad ribereña, David Colinas, lamenta que «se cierran comercios y no se abren» A su juicio, «cuesta mucho» por la falta de relevo generacional y por la tendencia a realizar determinadas compras fuera del municipio. 

«En Roa hay servicios y aun así no vemos un incremento demográfico. Quizá algún día la gente se dé cuenta de que en los pueblos se vive bien. Roa se mantiene por la inmigración y por el viñedo, gracias a que multitud de bodegas pasan de generación en generación», expone el regidor. Sin embargo, lamenta que el tirón de la viticultura no se traduce en la llegada de industrias ligadas a esta actividad, como podrían ser empresas de vidrio o cartonaje. «Buscaríamos terrenos y haríamos lo que fuera por crear puestos de trabajo», concluye Colinas.