Albert Martínez López-Amor

Mar y Montaña

Albert Martínez López-Amor


Pensar en romanos

04/07/2024

Seguro que han oído eso de que el varón europeo medio piensa en el Imperio Romano al menos cinco veces por semana. En esta columna no vamos a analizar los porqués de ese dato. Al contrario, vamos a complicar la cosa añadiendo un ingrediente más: el vino. Y eso por culpa de un descubrimiento reciente, revolucionario, revelador y cualquier otro adjetivo que se les ocurra, aunque no empiece por erre. 

Situémonos. Ciudad de Carmo, actual Carmona, provincia romana de la Bética, siglo primero de nuestra era. En Roma gobierna la dinastía Julio-Claudia y todo el Mare Nostrum bulle de actividad. El sur de Hispania es uno de los graneros del Imperio y el comercio de metales, pan, aceite y vino enriquece a muchas familias, desde Gades hasta Corduba, pasando por Hispalis. Uno de esos linajes de mercaderes se hizo construir, a las afueras de Carmo, un mausoleo que ha llegado hasta el presente en un estado de conservación extraordinario. Dentro, los arqueólogos han hallado una urna funeraria de cristal recubierta de plomo que contiene restos incinerados de un hombre de mediana edad sumergidos en cuatro litros de un misterioso líquido rojizo. Tras una exhaustiva investigación, acaban de dar a conocer que ese fluido es vino. Los datos analíticos son inapelables, pero la interpretación sobre qué significa este hallazgo sigue abierta. Parece que nunca antes se había encontrado algo así, pues las sustancias líquidas suelen degradarse o evaporarse con el tiempo. 

De momento, lo que está claro es que, a pesar de su aspecto, se trata de un vino originariamente blanco. Los expertos han comparado sus polifenoles y otras moléculas con las de los vinos actuales de la zona, y coinciden. Fabulando, me gusta pensar que se parece a los vinos de pasto de Jerez o a los mostos de tinaja montillanos de toda la vida, esos que vuelven a ser tendencia. Aquí la pregunta es obvia: ¿han catado los arqueólogos y científicos esta reliquia enológica? Pues parece que no se han atrevido todavía. Están seguros de que no reviste toxicidad ni riesgos sanitarios, pero un cierto reparo sí causa el hecho de que haya estado en contacto con huesos humanos quemados. Aunque, ¿qué es un poco de aprensión cuando podemos probar el vino con el que se hicieron mayores personajes béticos tan ilustres como Séneca, Trajano, Adriano y Columela? Eso sí que es pensar en los romanos a lo grande.

ARCHIVADO EN: Roma, Arqueología